Los secretos del jardín

01 de Junio de 2004, a las 00:00 - Melîreth
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Capítulo XIX Legolas no puede salir de Rivendel

El día empezó tarde en Rivendel, algunos aún no despertaban. Éomer fue hasta mi alcoba. Estaba por llamar pero apareció Frodo.

-Es inútil, ella no está-le dijo Frodo.
-¿No está?, ¿a dónde fue?-preguntó Éomer.
-No lo sé y nadie lo sabe. Sólo se fue-dijo Frodo.
-¿Quién?-preguntó Cirnellë.
-Vuestra hermana-contestó el hobbit.
-No lo entiendo, las cosas debían arreglarse. Ella aún no está bien-dijo mi hermana.

Corrió a buscar en ese mismo momento a Legolas.

-¿Lo sabéis?-le despertó, pues él aún dormía.
-¿Qué cosa?-preguntó Legolas.
-Ireth se ha ido e ilqua (todo) ha sido tu culpa. Esa Amarië fue el motivo, estoy segura. La desaparición de los anillos. ¿Qué haréis ahora?-preguntaba eso cuando la puerta de la alcoba se abrió, Amarië dormía en la cama de Legolas.
-Yo...-dijo él nervioso.
-No claro, no haréis nada. ¡No te importa Ireth ¡-le gritó Cirnellë.-Me equivoqué contigo, no sois parecido en nada a tu hermano.

Legolas trataba de calmarla, pero Cirnellë no entendía razones. Pronto Aragorn, Elrond, Arwen, todos los demás sabían de mi partida.

-Cirnellë, debéis partir con Arwen y los demás-le dijo Aragorn.
-¡No puedo! Mi hermana está por ahí, los dioses sabrán dónde-dijo Cirnellë.
-No os preocupéis. Éomer, Gimli, Legolas y yo la buscaremos, os prometo que llegaremos con ella para vuestra boda-aseguró el dúnadan.

Cirnellë no quería oír nada de marcharse, pero Gandalf la convenció de que sería lo mejor para no asustar a sus padres.

-¿Iréis a buscarla, Legolas?-preguntó Amarië
-Tengo que hacerlo, sé que me entenderéis-dijo Legolas.
-No aceptaré que vos vayas tras ella-dijo Amarië.
-Tendrás que hacerlo, es algo muy fuerte lo que me une a ella-dijo Legolas.
-¿Amor?-preguntó Amarië.

Él no contestó.

-¡Ya veremos si os dejo que vayáis!-gritó ella mientras él se alejaba.

Elrond caminaba por el pasillo de un lado a otro. No podían demorar más mi búsqueda. Se comunicó con Galadriel, ella tampoco sabía nada. Yo había bloqueado mi mente para no saber de ellos.

-¿Qué sabéis, Elrond?-preguntó Aragorn.
-Nada aún, ni Galadriel sabe nada-contestó el rey de Rivendel.

Legolas se reunió con ellos.

-Por fin aparecéis-le recriminó Aragorn.
-He estado ocupado-dijo el elfo.
-Fuimos duros con ella, lo sé. Pero Ireth no es de las que huye. Algo debió pasar-aseveró Elrond.
-Lo sé, por eso me preocupa más-dijo Aragorn.
-Partamos de una vez-pidió Legolas.

Aún no sabía que él no partiría con todos los demás. Prepararon provisiones, los caballos. Éomer estaba listo con los demás rohirrim, aguardaba por Legolas, Aragorn y Gimli. Elrond estaba deseándoles buen viaje, pero Amarië interrumpió.

-Mi señor Elrond, no dejéis partir a Legolas-lloraba ella.
-¿Qué os sucede?-preguntó preocupado Elrond.
-Él me ha hecho suya anoche y vos sabéis lo que eso significa, temo por mis nostari (padres)-y Amarië lloró con mas fuerza.
-¡No la hice mía!-gritó Legolas.
-No es de caballeros hablar así, Legolas-dijo Elrond-Vos sabéis que debéis quedaros símen (aquí) para reparar el daño, desposando a Amarië o comprobar que no ha habido nada entre vosotros-aseguró Elrond.

Legolas sentía que el mundo se le venía abajo.

-¿Hay modo de demostrar que no es cierto lo que dice?-preguntó el elfo.
-Claro-dijo el dúnadan-Pero tenéis que quedaros para comprobarlo.
-No puedo, tengo que buscar a Ireth-dijo Legolas.
-Quedaros. Arreglad este asunto. Yo buscaré a Ireth con la ayuda de Éomer. De lo contrario, desposaréis a esa elfa y perderéis para siempre a Ireth-le dijo Aragorn.
-Lo haré, me quedaré, pero avisadme cada vez que tengáis una nueva noticia-pidió Legolas.

De esta manera, los que iban a buscarme se veían disminuidos en número, pero jamás en esperanza.



Capítulo XX Un viaje nada tranquilo

Arwen y Cirnellë viajaban a buen trote. Gandalf iba adelante con Lenwë y los medianos. La compañía guardaba silencio. Frodo de vez en cuando se quejaba de dolor. Cirnellë vio venir unos jinetes, pero ella conocía bien el lugar. No quiso preocupar a nadie. Se acercó a Gandalf.

-¿Veis esos jinetes?-le preguntó Cirnellë.
-Lenwë me ha hecho la misma observación-contestó el mago.
-¿Qué creéis que sean?-quiso saber ella.
-Lo sabremos pronto-interrumpió Lenwë.
-A mí no me gustan nada-replicó Cirnellë.
-A mí tampoco-la secundó Arwen.

Se hicieron a un lado del camino, siguiendo el instinto de los elfos. Los hobbits aprovecharon para comer. Con horror vieron a los jinetes acercarse. No eran jinetes comunes. Eran esos hombres que se salvaron después de la destrucción en Mordor, pero la maldad aún vivía en ellos. En cuanto vieron los caballos de los elfos, quisieron tomarlos y Gandalf se interpuso. Cinerllë saltó al frente de él y Lenwë a un lado de ella. Arwen cuidaba de los hobbits.

-Marchaos sí (ahora) mismo si no queréis que os atraviese la cabeza de un flechazo-gritó Cirnellë

Los hombres se rieron de ella. Era una elfa valiente, pero sólo eso. Cuando iban a tomarla, Cirnellë disparó y uno de los malditos cayó. Uno  hirió a Lenwë pero sólo superficialmente. Cirnellë hacía volar cabezas, blandiendo su espada una y otra vez. No se percataron que un maldito, huyó.

-A pesar de la destrucción de Sauron, ha quedado mucha maldad en la Tierra Media-les dijo Gandalf.
-Así es, pero siempre podremos luchar contra ella-dijo Cirnellë.
-¿Podemos comer? Se me ha abierto el apetito nuevamente-dijo Sam.

Todos rieron sin sospechar que mas adelante el camino sería más peligroso. Al anochecer acamparon cerca de unas rocas, una tormenta se anunciaba con una nube muy negra.

-No tengáis miedo, llevamos el mismo dolor-Frodo hablaba en sueños-no debéis ir ahí, os matará.

Frodo despertó, tembloroso y ninquë (pálido).

-Tranquilo-le dijo Arwen.
-Ha sido sólo un sueño-completó Cirnellë.

Todos volvieron a dormir, menos Frodo. Escuchó un crujir de hojas. Iba a despertar a Gandalf cuando comprendió que era muy tarde; el maldito tenía la espada sobre su garganta. Pero Lenwë se había despertado. Disparó su arco y pronto aparecieron más de esos hombres. Gandalf encendió su báculo de un golpe. Uno de ellos huía con el hobbit, Cirnellë fue tras él, Disparó dos flechas pero fue en vano. Hasta que con la espada cortó la mano del maldito que dejó caer a Frodo. Cirnellë y él escaparon de prisa. El resto estaba bien. Tendrían que partir cuanto antes. Apenas amaneció empezaron a guardar sus cosas. Frodo volví a hablar en sueños.

-Os dije que te alejéis de ahí. Volved con nosotros. No dejéis que os siga consumiendo-dijo Frodo.
-¡Otra vez!-dijo Lenwë.
-¿No es la primera vez que lo hace?-preguntó Gandalf.
-No, debe ser la cuarta o quinta desde que salimos-dijo Arwen.
-¿Por qué no me lo dijeron?-se quejó Gandalf.
-No pensamos que fuera importante-dijo Cirnellë.
-Lo es, está hablando con Ireth-expuso el mago-írë (cuando) lleguemos al Bosque Negro, hablaré con él, ahora es peligroso retrasarse-concluyó.

Se pusieron en marcha y avanzaron todo el día. Empezaba a llover cuando vieron las puertas del Bosque Negro, por fin estarían a salvo.



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