Los secretos del jardín

-¿Queréis conversar?-se acercó Aragorn.
-Claro, me haría bien-contesté.
-Venid, vamos a un lugar más privado-dijo Aragorn echándole una feroz mirada a Merry.

Fuimos hasta sus aposentos, se sentó muy cerca de mí y me abrazó.

-Legolas...
-No quiero hablar de él-lo interrumpí.
-Vosotros dos sois unos apresurados, espera. Legolas ha creído algo que no es. Yo sólo quería pedirte que seáis madrina en nuestra boda, Arwen está de acuerdo y ella me pidió que lo hiciera, pues sabe el cariño que os tengo-dijo Aragorn.
-Será un honor nin (para mí), señor-y respiré aliviada.
-Por otro lado, siguiendo el tema Legolas. Sé que estáis enamorados-dijo Aragorn.
-No puede ser-y empecé a sollozar.

Me abrazó y me dejó llorar por un momento.

-Sí (Ahora), explicadme eso de que no puede ser-dijo Aragorn.
-Mi hermana, Cirnellë ha sido comprometida con Legolas-dije.
-¿Con Legolas?-se sorprendió Aragorn.
-Sí, lo sé, es raro que en nuestra especie se den estos compromisos, pero...
-Esperad, ¿qué es lo que sabéis realmente?-preguntó el dúnadan.
-No mucho, pude leer en la mente de mi hermana, que ha sido comprometida con el hijo mayor de Thranduil y yo no puedo oponerme. Mithrandir me ha dicho que debo honrar a mi padre y consentir lo que el umbar (destino) me tiene guardado...-dije.
-Pero, ¿le habéis contado ilqua (todo) a Gandalf?-quiso saber Aragorn.
-No, no lo he hecho-dije.
-¿Sabéis toda la historia de Legolas?-preguntó Aragorn.
-Bueno, nos fuimos desde muy pequeños a Rivendel, nuestros nostari (padres) nos visitan allí, crecimos juntos, lo sé todo diría yo-aseguré.
-Mi niña, dejad de preocuparos. Puedo asegurar que seréis feliz con Legolas. No he visto pareja de elfos más hermosa en años-dijo Aragorn.

Las palabras del dúnadan me hicieron feliz en ese momento. Creí que había una luz. Pero en cuanto me quedé sola, reflexioné de nuevo en que no podía ser. Desde ese momento, procuré alejarme de Legolas, eso hice, casi sin pensarlo. Para el hrivë (invierno) estuve lista y con el carcaj lleno para atacar y derrotar al Nazgûl. Legolas buscaba mis ojos y yo le rehuía para que no pudiera leer en ellos. La noche anterior al sitio de las colinas de Amon Dîn, Legolas me interceptó en el pasillo que daba a la sala de la Torre.

-Tendrás que hablarme, Ireth. Temo por tu vida-dijo Legolas.
-No debéis hacerlo. Estoy preparada-dije.
-Vos nunca visteis un Nazgûl, pueden ser aterradores-dijo Legolas.
-Dejadme pasar, soy más fuerte de lo que os imagináis-reclamé.
-No, soy un elfo testarudo  y no os dejaré pasar-se aferró él.

Me tomó por la cintura y no pude resistirme a sus enormes ojos marrones. Sabía que iba a besarme y también sabía que no me resistiría; o tal vez sí, con mucha fuerza de voluntad...

Cuando me besó, intenté alejarme, pero sus fuertes brazos me contenían y entonces no me negué más. Me entregué a sus besos. Su olor se impregnaba en mí, dulce, ligero. Esa noche, sería suya..., sí, ya no dudaría más.

-Busquemos un lugar menos transitado-dijo al oír a Gimli acercarse.

Le seguí en silencio hasta su habitación. Recorrió mi rostro con una caricia delicada de su mano. Yo en ese momento había olvidado su compromiso con mi hermana, a Mithrandir exigiéndome honrar a mis padres. Sólo resonaban las palabras del dúnadan, "No he visto pareja de elfos, más hermosa en años". Me recostó con suavidad en su cama, sin dejar de mirarme. Entonces me besó apasionadamente buscando los secretos de mi ropa...

-Legolas, abre. Soy Gimli, Mithrandir ha llegado, con los hombres de la Marca de los Jinetes-gritó Gimli desde el otro lado de la puerta.

Legolas me miró desilusionado.

-Iré enseguida. Ve vos por delante-dijo Legolas.
-Ha sido lo mejor, Legolas-acoté.
-Sólo decidme algo antes de salir-se apresuró Legolas.
-¿Qué?-dije.
-¿Me amáis?-preguntó él.

Dudé un instante y con convicción contesté.

-¡No!-salí de prisa, al abrir la puerta, me topé con el enano.
-Gimli, creí haberos dicho que os adelantaras-gritó Legolas.
-Lo sé, pero imaginé que algo sucedía sinomë (en este lugar)-dijo maliciosamente Gimli.
-Vamos, vamos. Ya os pagaréis esto-dijo Legolas.

Llegué con Gandalf cuando la gente pequeña y Aragorn ya le habían contado la nueva noticia.

-¡Mi niña! No temáis. Estaremos en todo momento con vos-dijo Gandalf.
-Claro que estaremos, pero, ¿no podría ir otro en su lugar, Gandalf?-preguntó irritado Legolas y con el casar (enano) tras él.
-No, ha de ser ella. ¿Recordáis cuándo Frodo tuvo que llevar el único a la grieta del destino?-preguntó Gandalf en general. Todos asintieron menos yo.-Sí (Ahora) es el turno de Ireth-concluyó.
-Yo lo tengo decidido. No temo. Sí (Ahora), habladme de Cirnellë. Contadme las noticias del Bosque Negro y Rivendel-pedí.

Aragorn miró a Gandalf.

-Así son estos dos elfos que tenéis símen (aquí), apresurados y necios-apuntó Aragorn.

Gandalf nos contó las nuevas. Había estado en el Bosque Negro, preguntando sobre un tema que nos concernía en especial a Legolas y  a mí. Si las cosas en la colina de Amon Dîn, salían bien. Entonces habría tiempo para saber las nuevas. Pero en general, tanto el Bosque como Rivendel, se encontraban bien. Esperábamos algo más, por la mirada del mago. Pero no sabíamos bien que era y él sabía bien como bloquearnos para que no pudiéramos leer en su mente.

-Cirnellë, ha venido conmigo-dijo el Mago Blanco.
-¿Puedo verla?-pregunté, mientras Legolas me miraba intrigado.
-Está descansando, es tarde y es lo mejor. Nosotros tenemos un camino que emprender. Una vez pasado el crepúsculo y con la buena mirada de los Dioses, habréis terminado con el Nazgûl y entonces os verán-concluyó el mago.

Así fue como empezó la caminata que nos llevaría hasta la colina del silencio, Amon Dîn.