Los secretos del jardín

Faltaban tres días para la boda, írë (cuando) mirando al occidente vi venir a todo galope a dos caballeros. Uno era sin duda Gandalf, motando a Sombragrís, cuando por fin llegaron los dos caballeros pude distinguir, era Legolas. Mejor dicho, era Lenwë. La impresión fue tanta que caí desmayada.

-¿Quién es ella, Gandalf?-preguntó Lenwë, mientras Gandalf trataba de reanimarme.
-Ella es Ireth Tinúviel Anárion-dijo el mago.
-Es la hermana de Cirnellë-dijo Lenwë.
-Así es-confirmó Gandalf.

Legolas que estaba mirando la llegada del mago, acudió hasta allí. Legolas y Lenwë se miraron se miraron detenidamente y por fin se abrazaron.

-Lamento interrumpiros, pero ¿podrían ayudarme con Ireth?-pidió Gandalf.

Legolas me alzó y me llevó hasta donde estaba Elrond. Allí se reunirían todos. Cirnellë estaba ahí írë (cuando) desperté y también los medianos y Gimli.

-Bien, así que sí (ahora) todos me conocéis-dijo Lenwë
-Estoy asombrada con el parecido-confesó Arwen.
-Por suerte habéis llegado a tiempo. Ireth necesitaba ver esto con sus propios ojos-dijo Aragorn.
-Ya os he visto, es un placer conocer al prometido de mi hermana-Legolas me miró y volví a ver un brillo en sus ojos cuando dije esto.
-Es un placer conoceros también, Ireth-contestó Lenwë.
-Sí (Ahora) todos saldremos-propuso Elrond-dejemos al mago con Ireth.

Cirnellë salió de la mano de Lenwë; Aragorn y Arwen salieron sonriendo. Los medianos no querían salir, pero Gandalf los convenció diciéndoles que pronto estaría con ellos. Elrond no me di cuenta en que momento desapareció y Legolas y Éomer se echaron una mirada feroz y al fin se decidieron a salir.

-¡Gandalf, que gusto veros!-dije.
-Ya, ya. A ver, primero contadme qué ha pasado-pidió Gandalf.

Le conté todo, desde nuestra llegada, hasta la última conversación con Legolas. El mago pasaba su mano por la barba, mientras me escuchaba pensativo.

-¿Por qué le habéis dicho que no le amáis?-preguntó.
-Porque no le amo...-dije.
-No trates de engañarme, no nin (a mí)-dijo Gandalf.
-Está bien, porque nunca creí esa historia de Lenwë, hasta sí (ahora)-dije.
-Aja y sí (ahora) sabéis que os equivocaste. Bueno, tendrás que hablar con Legolas y decirle la verdad-dijo Gandalf.
-No lo haré. Él está enojado, dolido conmigo-yo casi lloraba.
-Pero niña, él te ama o al menos es lo que dice. Estoy seguro que entenderá. No me hagáis enojar. Mira, hay cosas en el mundo que son importantes, como la justicia, el honor, la honradez; pero hay cosas que no pueden valuarse, como el amor y vos estáis negándote a él. Tenéis que daros esa oportunidad-dijo él y me acarició la mejilla.
-Está bien, con ese discurso, hablaré con él-admití.
-¡Bien! Eso quería escuchar. Sí (Ahora) los annar (regalos)-dijo, abriendo una cajita que descansaba sobre su regazo.

Sacó un par de pendientes de oro blanco, luminosos como la luna. Eran preciosos, me los medí de inmediato. Eran largos y constaban de tres piedras que formaban una hermosa flor. El collar era igual de hermoso. Estaba entusiasmada con esas joyas a pesar que nunca, por gusto, había llevado alguna. Gandalf se alegró de que me gustaran sus regalos.

-Sí (Ahora), id a buscar a Legolas-me dijo.
-¿Sí (Ahora)?-me sorprendí.
-Es un favor que os pido, ¿podríais?-preguntó el mago.
-Bueno, si. Pero antes, necesito saber algo más-dije.

Él asintió.

-¿Qué es eso de qué no soy la misma desde mi encuentro con el Nazgûl? ¿Qué significa que no tema, pero que sea cuidadosa?-pregunté.
-Bueno, son muchas cosas, Ireth-el mago fumaba pausadamente-No sois la misma, nunca lo seréis. Pronto pasarán cosas por las que sabrás que no sois igual que antes. Tenéis que ser cuidadosa. Las cosas que están por ocurrir podrían hacer que dañéis a personas que vos queréis. Aun en tu contra. Y muchas cosas más. Pero las iremos descubriendo poco a poco. Te servirá de mucho hablar con Frodo, si lo deseáis-dijo Gandalf.
-Yo, no temo por mí. Pero si por mis seres meldë (queridos). Prometedme que antes que lastime a alguien...vos me destruiríais-dije.

El mago estalló en cólera.

-¿Os habéis vuelto loca?-gritó.
-No, es sólo que... Prometédmelo o encontraré quien lo haga-advertí.
-¡Insensata! Eso es lo que sois, pero si os hace feliz, lo prometo. Sí (Ahora) id a hablar con Legolas-concluyó.
-¡Así lo haré!-Lo besé y salí de allí aprisa. A buscar al elfo obstinado.

Crucé el jardín en busca de Legolas, pero no se veía por ningún lado. Fui hasta el río, a él le gustaba mucho ir, pero sólo vi a Cirnellë con Lenwë. Me acerqué porque quería estar segura. Pero ni así de cerca podía distinguir, excepto por sus ropas.

-Ireth, ¿dónde habéis dejado a mi hermano?-preguntó amable Lenwë.
-Estoy buscándolo, ¿vosotros lo habéis visto?-pregunté.
-Yo lo vi charlando con Gimli, pero...-dijo Cinerllë.
-Lo siento hermana, debo encontrarlo. Os veré mas tarde-dije y me alejé.

Por fin encontré a Gimli.

-Casar (Enano), necesi...
-Habladme por mi nombre-dijo indignado.
-Uf, disculpadme. Gimli, ¿sabéis dónde está Legolas?-pregunté.
-¿Por qué habría de decírtelo?-preguntó Gimli a su vez.
-Por favor, necesito hablar con él, es importante-supliqué.
-Lo vi camino a su alcoba, hace...
-Hantale, casar (enano)-corrí sin dejarle terminar la frase.
-¿Qué pasa, Gimli?-preguntó Sam.
-Hummm, no lo sé muy bien. La elfa engreída está buscando a Legolas-contestó Gimli.

Llamé a la puerta de Legolas, pero antes respiré profundo. Él abrió, pero no estaba solo.

-¿Qué os ocurre, Ireth?-preguntó Legolas  con una sonrisa.
-Perdonad, no sabía que estabais ocupado-dije desilusionada.
-Sí, lo estoy-dijo tranquilo, mientras yo daba media vuelta para irme.

No podía creer que estuviera con Amarië, esa elfa que ni mi amiga era La herida dolió profundamente, pero con esfuerzo, permanecí de pie.

-¡Esperad, Ireth!-me alcanzó Legolas.
-¿Qué queréis? No desatendáis vuestra visita-dije enojada.
-Shhh, ¿qué queríais hablar conmigo?-preguntó Legolas.
-¿De verdad te interesa? No lo creo-dije enojada.
-No es lo que pensáis-dijo Legolas.
-Vos no sabéis que es lo que pienso. Pensar que Gandalf me pidió...-callé en ese momento.
-¿Qué os pidió Gandalf?-preguntó Legolas.
-Nada, yo venía dispuesta a ilqua (todo) y me encuentro con esto-dije.
-¿A ilqua (todo)? Ireth, si te interesa, sólo invitaba a la boda a Amarië, es mi amiga-dijo Legolas.
-No me importa, yo...

La herida se hizo mas presente a pesar de estar cicatrizando. Legolas tuvo que abrazarme para que no cayera. Sentir su olor, su cuerpo cercano, mirarme en sus ojos. Pronto me pude poner en pie sola.

-Decidme a qué habéis venido-exigió.
-Nada que os importe-le dije.
-¿Por qué iréis con Éomer a la boda?-preguntó Legolas.
-Porque se lo debo. Lo que no tengo que hacer es daros explicaciones-dije.
-Ireth, decidle que no irás con él, que lo haréis conmigo-exigió Legolas.
-No puedo, además vos tampoco debéis romper vuestra palabra-dije.
-Tenéis que hacerlo, no soportaré veros de su brazo-dijo Legolas.
-No lo haré-dije.
-¡Genial, entonces haced lo que os plazca; me tiene sin cuidado!-gritó Legolas.
-¡Bien!-le grité.
-¡Biennnnn!-replicó él y entró en su alcoba cerrando la puerta de un golpe.
-Arg, maldita herida-dije.
-¿Te duele mucho?-Merry preguntaba desde el otro lado del pasillo.
-Un poco, pero ya pasará-le dije, preguntándome cuánto habría escuchado el mediano.
-Os ayudare, si queréis claro-dijo.
-Claro, venid acá-dije.
-Os llevaré con Frodo, quizá pueda ayudaros-dijo Merry.
-Os agradezco, pero no necesito ayuda Merry-dije con esfuerzo.
-Tal vez no, pero sí compañía-dijo el hobbit.

Me resigné a que me llevara con Frodo. Había pocas cosas que yo pudiera negarles a los hobbits. Ellos reían animadamente y en el medio se encontraba Gandalf. Me detuve un poco.

-Merry, cualquier cosa que hayáis escuchado en el pasillo, será un secreto entre nosotros, ¿me entendéis?-le dije.
-Claro, Meriadoc Brandigamo no abrirá la boca, mi bella dama-dijo con solemnidad.

Los demás se asombraron al verme usando a Merry como bastón, pero también les pareció gracioso. Frodo tocó mi herida con la mayor dulzura que jamás vi en una criatura de cualquier especie. Besó mi mejilla y me sonrió. Me sentía bastante mejor y Gandalf nos observaba orgulloso.