Los secretos del jardín

Cuando partí hacia Gondor, no sabía muy bien a qué iba pero asumí que debía ser el efecto del vino que me llevaba hasta ahí. Seguí el río Sonorona hasta su desembocadura en el río Fontegrís, crucé las tierras brunas pasando cerca de Moria; bordeé Lórien para que no supieran de mí. La herida punzaba constantemente y yo a veces me quedaba dormida sobre Brisa. No necesitaba comer, algo hacia que no tuviera hambre. Para el cuarto día de viaje ya estaba en Fangorn, quizá conociera al ent y descansara un poco. Entré por el oeste y me interné en el bosque. Sí, era como Gimli decía, aún más hermoso. Y la herida ahí parecía doler menos. De repente oí una voz. No sabía de dónde venía y tampoco entendía mucho. Éntico, supuse.

-Hrum, hum, ¿qué os ofrece señorita elfa?-preguntó Barbol.
-Un poco de agua quizá, descansar y saber quién sois-contesté.
-Bueno, humm, hum, ya que estáis en mi bosque creo que el que debería preguntar quién sois, soy yo-dijo Barbol.
-Pero yo he preguntado primero-dije.
-Elfa de Rivendel, hum-dijo Barbol.
-¿Cómo lo sabéis?-pregunté.
-Por vuestro broche en la capa-dijo Barbol
-Bien, yo soy Ireth Tinúviel Anárion, necesito descansar. ¿Puedo hacerlo símen (aquí)?-pregunté.
-Claro que podéis. Por cierto, me llaman Barbol.

Así fue como pasé dos días maravillosos con Barbol. Aprendiendo cosas y conociendo muchas otras. A él le gustaba enseñarme y casi no me dolía la herida. De no ser por ese algo que me llevaba a Gondor, me habría quedado a habitar entre las ramas de ese bosque.

-Ha sido estupendo conoceros-le dije-Sí (Ahora) me marcharé, hay algo que debo hacer.
-Quedaros, para todo hay tiempo-dijo él.
-No puedo, debo partir. ¡Muchas gracias por vuestra hospitalidad!-agité el brazo en señal de saludo y me fui.

No encontré nada ni nadie en mi camino al cruzar el paso de Rohan. La herida dolía más profundamente y sentía el brazo derecho dormido y muy frío. Volvía a dormirme sobre Brisa o a permanecer inconsciente durante horas. Yo lo consideraba normal, era mi sexto día de viaje y lo último que había comido lo hice antes de entrar en Fangorn. Abrí los ojos, la oscuridad me sorprendió, era mi noveno día de viaje. Por fin entraba en las colinas de Gondor. Desmonté con lentitud y llevando el brazo pegado al cuerpo. Pegué en las ancas de Brisa.

-Vuelve a Rivendel, vos estarás bien allí-le susurré.

Ella dudó un segundo pero pronto echó a correr. Las lágrimas por ella se me escapan. Escalaba despacio la colina, quizá habría sido mejor llegar hasta Minas Tirith; pero corría el riesgo de ser encontrada. Debía llegar a Amon Dîn. Empecé a vivir recuerdos viejos, la sonrisa de mis amigos, sus voces, los olores, mi querido Bosque Negro. Los iba a extrañar pero no estaba dispuesta a lastimarles, no lo haría. El hálito negro sería un fin justo, yo maté al Nazgûl y el me mataría a mí. Continué el camino torpemente, aferrándome a las piedras. El dolor ya no me dejaba fijar la vista y mucho menos mantenerme en pie. A veces me arrastraba y podía sentir que me acercaba al lugar porque mi herida se hacía más dolorosa. Caí desplomada, ya estaba allí; sentí como la sombra abrazaba mi alma y dejé de pensar por un momento; sólo me quedé tirada allí, no podía ni ver las estrellas.

-Te amo Legolas-es lo último que recuerdo haber dicho.

Los hobbits estaban encantados con la belleza del Bosque Negro. Lenwë y Cirnellë fijaron la fecha de su boda para un asta (mes) después. Todos confiaban en contar con Ireth para esa fecha.

-Frodo, contadme sobre tus pesadillas-pidió Gandalf.
-Creo que no os gustará nada lo que voy a deciros-dijo Frodo.
-Lo sé, pero es necesario que lo hagáis-dijo Gandalf.
-Es Ireth, he soñado con ella muchas veces. No sé dónde está porque la veo muy oscura. Sólo sé que donde está, hay una influencia maligna-dijo el hobbit preocupado.
-¿Y, os parece que ella os escucha?-preguntó Gandalf.
-No lo sé, no lo creo-dijo Frodo.-Pero yo si puedo escucharla a ella.
-Es lógico, hay una especie de lazo entre ustedes. No hay en toda la tierra media otra criatura que, como vosotros dos, haya sobrevivido a un ataque de Nazgûl-dijo el mago.
-Bueno, y entonces, ¿qué haréis?, ¿sabéis dónde está Ireth?-preguntó Frodo.
-Sí, lo sé o creo saberlo. Partiré sí (ahora) mismo a buscar a Aragorn y con él, buscaremos a Ireth-dijo Gandalf.
-Llevadme, quiero ir con vos-dijo Frodo.
-No, no os voy a arriesgar a vos también. Quedaros símen (aquí), cuidad de los otros y esperad por noticias-dijo el mago.

Frodo no se quedó de muy buena Gandalf, mas sabía bien que Gandalf no le permitiría viajar con él, así que se resignó. Cirnellë paseaba por el bosque con Lenwë.

-No os preocupéis, te (ellos) encontrarán a Ireth-dijo Lenwë.
-No lo sé, me parece ilqua (todo) tan irreal. Ella casi estaba bien de su herida, hasta que tu hermano cometió la tontería de invitar a Amarië a la boda-dijo Cirnellë.
-No os pongáis de su lado; ella fue a la boda con Éomer, que además es un humano-replicó él.
-Era una invitación de hace mucho. Tu hermano fue deshonesto con Ireth-levantó la voz Cirnellë.
-Estáis equivocada, según sé, tu hermana nunca le dio una oportunidad a Legolas. Gimli siempre que Ireth es una engreída y creo que tiene razón-dijo Lenwë en tono molesto.
-¡Vos lo defendéis porque es vuestro hermano!-gritó Cirnellë
-Por lo mismo que vos defendéis a esa elfa engreída que se hace la importante desapareciendo-contestó Lenwë.
-¿Eso pensáis? Por lo menos yo si conozco a mi hermana-Cirnellë dijo esto y se arrepintió enseguida. Iba a disculparse cuando Lenwë le contestó.
-Jamás pensé que vos me diríais algo así, me habéis lastimado profundamente, será mejor que me vaya-dijo Lenwë.

Y se marchó dejando a Cirnellë ahí, casi a punto de llorar. Corrió a buscar a Arwen, ella era su amiga y le entendería y le daría consejo. No sabía por qué le había dicho eso a Lenwë, pero la forma en que él se refirió a mí, la había puesto mal. ¿Qué pasaría ahora con te (ellos)? Pensaba Cirnellë.

-Tranquila, no sucederá nada. Ha sido sólo un mal momento-dijo Arwen mientras la abrazaba.
-Juro que no quise lastimarle. Amo mucho a Ireth y temo por ella-dijo mi hermana.
-Bueno, todos están nerviosos, es normal. Deja que se le pase un poco y verás como se arreglan las cosas. Además, estoy segura que pronto encontrarán a Ireth-dijo Arwen.

Mi hermana dejó pasar un día con mucho esfuerzo y fue a hablar con Lenwë.

-He venido a pedir una disculpa-dijo tímidamente Cirnellë.
-Quizá sea yo quien deba hacerlo-dijo Lenwë.
-O quizás ambos debamos. No quise lastimarle, mi señor. Conozco poco a vuestro hermano y le aprecio. Es sólo que mi hermana peligra y no pude evitar sentir lo vuestro como una ofensa-dijo Cirnellë.

Lenwë la miraba con sus expresivos ojos, con mucha dulzura. Su elegancia se notaba en la ropa y sus ademanes eran los propios de un príncipe guerrero. La abrazó.

-Lo siento, de verdad que lo siento mi lady. No volverá a suceder. No dejaré que la relación de nuestros hermanos interfiera con la nuestra-dijo Lenwë.
-Me parece perfecto. Os amo con ilqua (todo) mi corazón-dijo ella.

Se fundieron en un largo beso y bajaron al jardín a comer con los demás. Por el momento el Bosque Negro estaba en paz.