Los secretos del jardín

01 de Junio de 2004, a las 00:00 - Melîreth
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Capítulo XXXIII Una conversación interrumpida

-Habéis estado muy callada desde que salimos de la ciudad-dijo Legolas.
-Lo sé, es que no hay nada que hablar-dije.
-¿No? ¿Segura?-preguntó él.
-Tenéis razón, hablemos de Amarië-dije sarcástica.-Debe tener poco más de un asta (mes) de embarazo, ¿no?
-No creo que sea buena idea hablar de ella-dijo extrañado que yo supiera lo del embarazo. Nadie a excepción de Gimli lo sabía.
-A mí me gustaría saber-dije con una sonrisa.

Bajé de Brisa y la llevé hasta el arroyo para que saciara su sed, Legolas me miraba sin poder entender mis ganas de hablar de Amarië. Cuando pasé cerca de él, saltó sobre mí; puso sus manos sobre mis brazos, aprisionándolos contra el suelo.

-¿¡Qué hacéis!?-pregunté, enojada y sorprendida al mismo tiempo.
-Voy a hablar con vos-dijo con una sonrisa.
-Pero podemos hacerlo sin que estéis encima mío-dije.
-A mí me parece cómodo y desde aquí, tus hermosos ojos se ven divinos-dijo sin soltarme y sin tener la menor intención de hacerlo.
-Vamos-dije.-Soltadme, ya no somos unos niños.
-Vos si que os comportáis ve (como) una niña-dijo y me besó.

Me perdí en sus labios suaves y rosados. Una lluvia de sensaciones acudió a mi cuerpo. Ahora no me apretaba contra el suelo, yo le abrazaba también. Tenía miedo que todo fuera un sueño y desapareciera en cualquier momento.

-Que bueno que no sois una niña-dijo sonriente y haciéndome sonrojar.
-Legolas, ¿os casareis con ella?-pregunté al mismo tiempo que lo empujaba para ponerme de pie.
-Si-dijo Legolas mirándome a los ojos.
-Lo entiendo-dije triste.-Espero que seáis muy felices.
-Ireth, yo no seré feliz con nadie, sólo lo sería con vos-dijo y me abrazó.-No os pediré que esperéis por mí, pero si os pediré que volváis a ser la de siempre. Que volváis a nuestros amigos; Aragorn y vos se quieren mucho, habla con él.
-No os preocupéis. Tengo a mis amigos de siempre. En cuanto encuentre al que asesinó a Merry, me marcharé; y respecto a Aragorn, él tiene razón, soy una cobarde-dije y monté a Brisa de un salto y emprendiendo la marcha.
-Maldición, siempre me dejáis hablando solo-dijo Legolas.- ¡Vamos Arod, no nos ganarán dos mujeres!

Legolas me alcanzó pronto.

-Siempre me dejáis así, ¿estáis loca?-preguntó.
-Shh, ela (mirad). Es ella-dije.

Habíamos llegado a la casucha y la bruja Aredhel aguardaba en la puerta. Nos miraba a los ojos, no parecía temer. Por un momento creí que las arañas nos atacarían; ella miraba a Legolas detenidamente aunque Arod paseaba en círculos frente a ella.

-¿Qué se os ofrece, elfos del bosque?-preguntó Aredhel.
-Venimos a preguntaros algo importante-dijo yo.
-Entren, la oscuridad está próxima-dijo ella.

Desmontamos aprisa, antes de entrar Legolas me tomó del brazo, en sus ojos noté que no estaba muy seguro si debíamos entrar allí. Me solté y entramos, nos presentamos pero no habría hecho falta, ella sabía quienes éramos. Le preguntamos acerca de Merry, ella juró que no había tocado al hobbit.

-Incluso traté de salvarlo-dijo ella y calló de repente.
-¿Salvarlo?-preguntó Legolas.-Entonces, ¿sabéis quien lo hizo?

Aredhel se encontró acorralada por unos instantes, no sabía que decir. Pronto rompió el silencio con esa voz pastosa y lenta que le caracterizaba.

-Fue ella, esa elfa oscura que habita entre vosotros-dijo.-No conozco su nombre-mintió.
-¿Segura que no lo sabéis?-pregunté con cautela.
-¿Por qué asesinó al hobbit?-la increpó Legolas.
-Son muchas preguntas, os diré que atta (dos) veces se ha presentado en mi coa (casa)-dijo la bruja.
-Pero podéis contestar-dije yo.
-Podría, pero no debo. No todo es tan sencillo en la vida; vos debéis saberlo, esa herida de Nazgûl que lleváis en el hombro izquierdo, os ha enseñado mucho-dijo ella.
-Esa elfa oscura, ¿por qué está entre nosotros?-dije restando importancia a su referencia a mi herida.
-Lo sabrán pronto...-dijo Aredhel.

Escuchamos pasos. Un jinete o dos, no podíamos saber más de eso; la casucha de Aredhel tenía un poder que nos limitaba en cuanto a sentidos a Legolas y a mí. Entonces pensé en que teníamos que salir de allí, además la bruja no nos diría nada más. Agradecí y tomé a Legolas de la mano. Trepamos al primer árbol que tuvimos al alcance.

-¿Qué demonios os sucede?-me preguntó Legolas irritado.
-¡Ela (Mirad)!, elfo obstinado-dije señalando la puerta de Aredhel.



Capítulo XXXIV Descubriendo al asesino

El misterioso roquen (jinete) bajó del caballo y antes de sacarse la capucha, entró en la casa. No reconocí al jinete pero sí al caballo de éste. No daba crédito a lo que veía y al mirar a Legolas, comprendí que él tampoco podía creerlo. Era el caballo de Amarië.

-¿Qué pensáis? Ese es el caballo de vuestra prometida-dije susurrando.
-Lo sé, pero el jinete podría no ser ella-dijo Legolas.
-Lo dudo mucho, ese meara no se deja tocar por nadie-dije.
-Pero podría ser que no fuera ella-repitió Legolas.-Además, suponiendo que fuera ella, no tiene por qué ser quién mató a Merry-susurró él.
-No la defendáis. ¿Por qué estaría símen (aquí)? Ninguno de los elfos del bosque viene hasta esta parte del bosque. Abrid los ojos, elfo obstinado-dije.
-No la defiendo-dijo él.
-Bien, iré a decirle a los otros, quizá ellos ayuden mas que vos-dije molesta.

Salté de rama en rama hasta alejarme lo suficiente de la casucha, Legolas venía detrás. Yo no podía entender que él la defendiera. Para mí estaba claro; había sido ella. Llamamos a los caballos con un silbido, Legolas estaba muy callado cuando estos aparecieron, anduvimos a paso vivo hasta la ciudad. Yo estaba ansiosa por llegar, si Amarië había asesinado a mi pequeño hobbit, no esperaría un concilio. La mataría con mis propias manos.

-No digáis nada-rompió el silencio Legolas con ósanwë-centa (comunicación del pensamiento)

Abrí los ojos impresionada y me detuve en seco.

-Al menos hasta que estemos seguros-pidió él.
-¿Estáis loco?-pregunté.-No le negaré ésta información a Gandalf.
-Hazlo por mí, Ireth. Os lo pido-dijo Legolas.
-No, lo haré sí (ahora) mismo, buscaré a los otros-dije yo enfurecida.

Si me pedía eso, sólo podía significar que ella le importaba más de lo que me imaginaba.

-Si lo hacéis, no volveré a hablaros-dijo tajante sin usar ósanwë-centa.
-¡Genial! Quedaros con vuestra elfa oscura, si no sois capaz de vengar la muerte de un amigo, no quiero estar con vos-dije alejándome.

Debía encontrar a Gandalf, sentía mucho lo que sucedía; por Legolas. Más era mi obligación contar a los demás lo que sabía. No pude encontrar a Gandalf enseguida, Bosque Negro estaba como bajo un manto de neblina. Encontré a Gimli, le pedí que le dijera al Istari que una vez que se desocupara, viniera a verme. Lo pedí de forma educada o el enano no habría transmitido mi mensaje, aunque lo noté ausente no hice mucho caso y me fui a mi alcoba.

Estaba oscura la alcoba, era raro pues yo tenía una doncella que se encargaba de esos menesteres. Escuchaba un sollozo y sentía una presencia, no, cuatro, cuatro elfos en mi alcoba. Quité el trapito que cubría mi rayo de Eärendil y el lugar se iluminó. Legolas sostenía a Lenwë, sus ojos no eran los de siempre. Amarië tenía a Cirnellë. Traté de tomar una flecha de mi carcaj pero Amarië con un movimiento de su mano, a distancia, me despojó de él.

-No seáis tonta, tengo poderes que vos no conocéis-dijo Amarië.
-¿Qué significa esto?-pregunté sin quitarle los ojos de encima.
-¡Vete Ireth, quiere mataros! ¡Lo hará!-gritó Cirnellë.

Amarië sacudió  a mi hermana con fuerza, la hizo caer. Traté de acercarme y Amarië con su poder me empujó. Entonces intenté conversar con Legolas.

-Legolas, ¿qué hacéis? Es vuestro hermano, Lenwë-dije dulcemente.

Pero Legolas no reaccionaba, ni siquiera me miraba.

-Es inútil que lo intentéis, no os hará caso-dijo Amarië.
-¿Qué es lo que queréis?-pregunté.
-Quiero que os vayáis ahora mismo. Sí, yo maté al mediano, por qué me descubrió-dijo ella con una sonrisa.-Estos atta (dos), tendrán el mismo umbar (destino) si no os vais.
-Me iré-dije.-Aún así, no escapareis. Aragorn, Arwen, Gandalf, Gimli, los hobbits..., todos están enterados de quien sois-mentí.

Amarië estalló en una risa que me pareció espantosa.

-No sabéis mentir, todos vuestros amigos están llorando ahora la muerte de la tári (reina) de Gondor-dijo.
-¿Arwen? ¿Qué le hiciste?-pregunté temerosa.
-La maté, se interpuso mientras hechizaba a Legolas y tuve que hacer, aunque lo disfruté-dijo Amarië.

Un dolor fuerte me atravesó el pecho, la rabia se hizo presente. Me lancé sobre ella sin darle tiempo a reaccionar. Sería la peor de mis peleas.



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