Los secretos del jardín

01 de Junio de 2004, a las 00:00 - Melîreth
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Capítulo XXIX Una fiesta particular

Lenwë eligió a su padrino como era la costumbre en nuestra raza; su hermano sería el padrino y por lo tanto, su acompañante, la madrina: Amarië. Entré en la alcoba de mi hermana, antes de buscar a Aragorn. Ella estaba muy emocionada.

-Aiya, os he traído esto-dije, extendiendo una diadema digna de una tári (reina).
-¡Oh no! Era para vos-dijo ella al ver la diadema que yo comprado para mí, hacía mucho tiempo atrás a un enano.
-Lo sé, querida. Pero quiero la llevéis vos. No aceptaré una negativa-dije.
-Será un honor llevarla, Ireth-dijo y me abrazó, llorando.
-Basta, me haréis llorar. Debéis tener hijos, ya quiero sobrinos-dije picaramente y salí.

Busqué a Éomer por todos lados, estaba muy animado conversando con una eorlinga y no quise interrumpir. Pippin me dijo que Éomer iría con ella a la boda; le agradecía la información, decidí ir sola a la boda  y fui a donde sabía que estaba Aragorn.

-Hola-dije.
-¿Cómo estáis?-preguntó Aragorn.
-Bien, gracias a vuestras athelas-dije.-Ela (Mirad), vengo a hacer una tregua con vos.
-¿Habéis decidido luchar por Legolas?-preguntó Aragorn.
-No-le respondí.
-Entonces, no hay tregua. No hago tratos con cobardes-dijo duramente.
-¿No sabéis aún?-dije tratando de contenerme.
-¿Qué?-dijo él.
-Que Amarië está esperando al hijo de Legolas.
-Eso de seguro es una mentira-dijo Aragorn.
-¿Ah sí? ¿Y qué hace ella aquí, entonces?-pregunté colérica.
-No lo sé, pero os dais por vencida fácilmente-dijo.
-¡No me conocéis!-grité.
-Es verdad, no os conozco. No sois la Ireth que yo conocía. ¡Sois una cobarde, ¿me habéis oído?, ¡cobarde!-gritó Aragorn.
-¡Lamento decepcionarle, su alteza!-grité yo también.

Me marché encolerizada, rabiosa, había tratado de arreglar las cosas y él me había llamado cobarde, constantemente. Lastimaba entenderlo, pero Aragorn y yo, estábamos muy alejados.

La boda se llevó al cabo con mucha alegría. Cirnellë usaba un vestido blanco con hilos de oro que surcaban toda la falda de este. Estaba hermosa. Lenwë la miraba con amor, no pude evitar pensar en Legolas cuando los vi bailar; pero era Lenwë y se veía como todo un príncipe. Cirnellë estaba feliz, se notaba en sus ojos. Legolas estaba sentado cerca de Gimli y Amarië junto  a él; orgullosa, triunfante. Me miró de soslayo. Éomer se veía feliz con la eorlinga, casi me alegre por él.

-¿Estáis triste?-preguntó Frodo.
-No, melda (querido). Tal vez un poco indispuesta-dije.

Frodo me miró con incredulidad.

-Está bien. Sí, lo estoy por Legolas, pero también estoy feliz por Cirnellë y Lenwë-dije.
-Espero con ilqua (todo) mi corazón, que seáis muy feliz pronto-dijo él.
-Gracias, lo seré. Venid, ¡bailemos!-dije y lo llevé a donde había espacio.
-No sé...-bailar iba a decir él.
-Os enseñaré-dije.

Era raro bailar con él, pero era mejor que quedarme de pie o bailar con alguien indeseable.

-No habéis invitado a nadie a la boda-dijo Gandalf, después de que terminé de bailar con todos los hobbits y uno que otro eorlinga.
-Decidí que era mejor venir sola-dije.
-Mi querida niña, no debéis pensar así. El amor no se ha escapado de vuestras manos-dijo Gandalf.
-El amor, el amor-dije.-Todos parecen entenderme, estaré bien, maese Gandalf. No os preocupéis más-dije.

Gandalf levantó los ojos al cielo y dijo:

-Espero que os pase el mal inwisti (humor) lo más rápido posible.

La fiesta estaba hermosa pero Gandalf y Aragorn con sus insistentes miradas, me hicieron optar por ir a descansar.



Capítulo XXX  La desaparición de un hobbit

Quería volver a Rivendel, probablemente en Bosque Negro se anunciaría una nueva boda en cualquier momento y para entonces, yo no quería estar allí. Habían pasado trece días desde la boda y veía poco y nada a Cirnellë y a Lenwë; mis nostari (padres) trataban de sobreprotegerme como si yo fuera un bebé. Hablando con Arwen se me pasaba el tiempo mas rápidamente. Aragorn seguía sin dirigirme la palabra y Éomer, seguía ocupado en enamorar a la humana. Los hobbits y Gandalf, también eran buena compañía. A veces jugaba con Frodo, Merry, Pippin y Sam a escondernos. Una tarde no pude encontrar a Merry.

-Me rindo, Merry. Habéis ganado, no os encuentro-grité.

Frodo reía enajenadamente.

-¿De qué os reís?-dije fingiendo enojo.

Sam y Pippin empezaron a reír también. Frodo con lágrimas en los ojos de tanto reír, me dijo que Merry hacía mucho que se había encaminado al río, ese día no estaba jugando.

-Me habéis engañado ¿eh?, ¿os creéis muy listos?-dije y comencé a hacerles cosquillas.

Merry había caminado rumbo al río, pero no sabíamos que lo hizo siguiendo a Amarië. Ella se internó en el bosque, no presintió que Merry la seguía pues no tenía ese sentido tan desarrollado como Legolas o yo. El hobbit la siguió a través del bosque. Su curiosidad lo llevaba cada vez más lejos. Llegaron a un claro del bosque donde había una casucha vieja y fea. Amarië entró allí, mientras Merry esperaba tras un árbol para luego acercarse. Lo hizo temeroso pues Sam, le había hablado de un personaje en el Bosque Negro: la bruja Aredhel. El pequeño hobbit se estremeció al recordar su nombre pero se acercó a la desvencijada puerta, de ahí podría escuchar mejor.

-No, bruja tonta. No estoy embarazada, vos tenéis que ayudarme a que él lo crea-dijo Amarië.
-Primero, medid vuestras palabras-dijo la bruja.
-No mido nada, soy una elfa que ha venido de vaháya (muy, muy lejos); elfa oscura me llaman y debéis obedecerme-dijo Amarië.

La bruja Aredhel hizo un largo silencio y dijo:

-Os ayudaré, pero si él no os ama, tarde o temprano os dejará-amenazó.
-Encargaros de vuestro trabajo, yo haré el mío-dijo Amarië imperativamente.

Aredhel pronunció palabras, en lengua oscura pensó Merry. Estaba tan ensimismado en descubrir que quería decir que no se dio cuenta que Amarië se había despedido. Cuando escuchó sus pasos, corrió al árbol más cercano. Amarië lo sintió y entonces empezó a buscarlo. Sabía que quien quiera que fuera, había escuchado su conversación con la bruja.

-Venid, no os haré daño-dijo malignamente Amarië.

Merry corrió por un impulso, siguiendo los pasos por donde había venido. Sentía que Amarië venía muy cerca. Tropezó con una raíz y cayó.

-¡Te tengo pequeño espía!-gritó Amarië.

Tomó por el cuello a Merry y sacó la espada corta.

-¡Matadme de una vez!-gritó Merry.

Amarië clavó su espada repetidas veces en el pecho del hobbit.

Mi corazón dio un vuelvo, la herida dolió profundamente y caí. No tenía conexión con Merry, pero estaba muy cercana a todos los hobbits. Aragorn que estaba cerca corrió a levantarme.

-¿Estáis bien?-preguntó Aragorn preocupado.
-Sí-dije con esfuerzo.

No sabía a que se debía el regreso del dolor de la herida, pero tuve miedo. Me solté de Aragorn y fui por Frodo. Lo encontré adolorido y con los ojos llorosos.

-¿Os duele?-pregunté.
-Sí, mucho. ¿A vos?-dijo él.
-También. No sé a que se debe-dije.
-Un mal presentimiento-susurró Frodo.

Gandalf apareció con rostro adusto. Él también tenía un mal presentimiento.



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