Los secretos del jardín

Partimos con una compañía de cincuenta hombres de la marca de los jinetes, los cuatro medianos, Gimli, Gandalf, Aragorn y Legolas y yo. Creí ver una cara conocida entre los jinetes de Rohan, pero era imposible; ellos eran hombres, yo no conocía mucho de ellos y las capas no ayudaban  mucho. Los rohirrim venían detrás, un paso delante de estos se encontraban Legolas, Gimli, Frodo, Merry y Pippin. Un poco más al frente venía yo, como custodiada, cubierta con la capa élfica hasta la cabeza. Delante de mí, Gandalf y Aragorn hacían lo suyo. El silencio era espeluznante, la noche oscura cerrada. El plan era que yo esperase al Nazgûl en una zona donde las rocas harían de cerco y el resto de la compañía podría tenerlo en la mira; de ese modo si yo fallaba, ellos atacarían y me sacarían de allí lo más pronto posible. Gandalf y los medianos aguardaron en el sur; Legolas, Aragorn y Gimli en el oeste. Los rohirrim cubrieron el oeste y la parte que quedaba libre del norte. Me senté en el medio del claro, con la cabeza baja, no tenía miedo, pero el aire se sentía pesado, maligno.

-Ireth, ¿me escucháis?-dijo Legolas.
-Si, Legolas pero no es el momento-dije.
-Shhh, así el tiempo de espera pasará más pronto-dijo. Los mensajes de Legolas me llegaban claros y a él los míos.
-El enano, quiere usar el hacha, está ansioso-bromeó.
-Qué cosas se te ocurren justo sí (ahora), Leg...

Me golpeó con el ala, y caí aturdida y carente de reflejos. Pero recordé mi arco, tomé una flecha y le disparé mientras intentaba ponerme en pie. La capucha cayó y dejó ver mi rubia cabellera. No lograba delinear del todo al espectro, porque aun estaba montado. Írë (Cuando) descendió, la cuenca donde debían estar sus ojos se posaron en mí. Sacó una espada, digna de un ser tan asqueroso. Que razón tenía Legolas, los Nazgûl pueden ser aterradores. Entonces saqué mi espada, Awanthrë, y me dirigí hacia él.

-Gandalf, saquémosla de ahí-pidió Aragorn.
-No, ella es fuerte, sólo entraremos en caso necesario. Y tu elfo, tranquilizaros, no es aún nuestro turno, le mando el mensaje a Legolas-Gandalf confiaba en mí y se lo transmitía a los otros.

Las espadas y arcos de mis amigos estaban listas para el ataque. El espectro me golpeó en  el rostro y fue sobre mí; clavó su daga en mi hombro, por suerte me moví a tiempo o habría sido mi corazón el atravesado. Pensé que fallaría cuando su daga se clavaba lentamente en mí. Sentí un frío apoderarse poco a poco de mi cuerpo.

-¿Lo veis? Una elfa es demasiado poco para acabar conmigo-dijo él.

Yo no podía responder. Busqué a Gandalf con la mente y no hubo respuesta, estaba bloqueada; no pude comunicarme ni con Aragorn, ni aún con Legolas. Entonces la vi, el rohirrim no era un hombre.

-¿Qué demonios?-se preocupó Gandalf.
-Dioses, detened a ese jinete-pensó Aragorn.

Mientras Legolas pensaba por qué no había sido él quien corrió a sacarme de ahí. Vi una flecha caer y entonces supe quien era el rohirrim misterioso, era Cirnellë. Debía darme prisa si no quería que el espectro la lastimara. Tomé la espada corta y me abracé al espectro con las pocas fuerzas que me quedaban.

-No soy cualquier elfa-le susurré y clavé la espada muy fuerte en su pecho.

Él dio un grito horroroso cuando enterré la daga por completo, hasta que se hizo polvo y yo caí desplomada. La ultima cara que recuerdo haber visto fue la de Cirnellë sollozando.

-Debiste sacarla de ahí, Mithrandir-dijo Legolas.
-Ella no me dejó hacerlo-dijo el mago con profunda tristeza.
-Deberíamos llevarla al castillo lo más pronto posible. Esas heridas son muy graves-dijo Frodo.
-Tenéis razón, Frodo. ¡Andando!-gritó Aragorn.

Partieron de prisa; Legolas subió a Cirnellë a su caballo. Aragorn partió con Gandalf y Sombragrís para preparar todo. Un rohirrim, llamado Éomer, me llevó a mí.

-¿Podéis curarle?-preguntó Gandalf.
-Lo intentaré, no debimos dejarla tanto tiempo. ¿Qué es eso que ella no os dejó sacarla de allí?-añadió el dúnadan.
-No lo sé, tenía la mente bloqueada, no pude aconsejarle. No sé que pudo haberla distraído-se quejó el mago.

Legolas bajó la cabeza, apenado.

-He sido yo-confesó Legolas.
-Pero..., semejante tontería. ¿Por qué?-Gandalf estaba muy enfadado.
-Quería que el tiempo de espera fuera menos tortuoso, no sabía que el Nazgûl vendría tan pronto-sollozó Legolas.
-No ha sido tu culpa-dijo Cirnellë, mirando con dulzura a Legolas-Mi hermana es fuerte, saldrá de esto.
-Es verdad, vamos a tranquilizarnos-Gimli trataba de calmar los ánimos.

Me asignaron la alcoba de Aragorn por ser la mas cómoda y porque ahí estaría a su cuidado. Diecisiete días y diecisiete noches dormí. Pero la vida no se detuvo.

-He hecho ilqua (todo) para salvarle la vida, Gandalf-dijo Aragorn.
-Lo sé, ahora está a salvo. Sólo esperemos que nada se complique y despierte pronto-dijo Gandalf.
-Gandalf, necesito que me digáis qué pasa, ¿cuáles son esas noticias que nos teníais a Ireth y nin (a mí)?-preguntó Legolas.
-Os diré ilqua (todo) ésta noche, después de la cena-el mago dijo esto y se alejó.

Cirnellë y Legolas se hicieron muy amigos en ese lapso.

-Cirnellë, ¿tenéis alguna idea de que nos dirá Gandalf ésta noche?-preguntó Legolas.
-Creo, melda (querido) Legolas, que se trata de nuestro compromiso-dijo ella.
-¿Nuestro qué?-se exaltó Legolas.
-Calma, es una historia larga pero os la contaré- Cirnellë contó la historia a Legolas y después se fue a buscar a Gimli.

Le dijo que lo apoyara, que en estos momentos se encontraba débil y triste.

-Vuestro amigo, os necesita, Gimli-le dijo ella.

Legolas esperaba ansioso la noche, pero unos minutos antes, pasó por mi alcoba.

-Ireth, querida mía, es hora de despertaros. Vuelve, este elfo testarudo, os necesita-Legolas cantó una canción que le hizo entristecer profundamente, el enano puso una mano sobre su hombro.
-Volverá pronto y de no ser así, la llevaremos al Bosque Negro, a Rivendel, a Caras Galadon, a donde haga falta-dijo Gimli solemne.
-¿Me acompañareis de ser necesario?-preguntó Legolas.
-Por supuesto, aunque no fuera necesario iría con vos. No tenéis ni que pedirlo-contestó con seguridad Gimli.

Deseando la finalización de la cena, Legolas no probó bocado; se angustiaba un poco más cada segundo. Cirnellë le calmaba con la mirada, dulce, transparente, con mucho amor. Se entendían y la compañía entera lo notaba. Por fin, Gandalf, habló.

-Nada de lo que os diga símen (aquí), será revelado a Ireth, hasta que esté bien. ¿Entendido Merry?-dijo Gandalf.
-¿Por qué os preguntáis a mí?-se ofendió el mediano.
-Vos lo sabéis bien, ¿entendido?-recalcó el mago.

Todos asintieron.

-Hemos comprobado la valentía de Ireth, sí (ahora) estamos a punto de comprobar su fortaleza. Han pasado diez días desde su herida y no sabemos cuántos mas pasarán, pero confiamos en que se recupere. Pero ese no es el mayor dolor que sufre en este momento Ireth Tinúviel, ella está enamorada de Legolas...-dijo Gandalf.
-Que novedad, todo el mundo lo sabe-dijo Gimli irónicamente.
-Silencio hijo de Glóin. Proseguiré, Ireth cree...-Gandalf era interrumpido de nuevo.
-Que Legolas está comprometido con Cirnellë-irrumpió Aragorn.
-Veo que sabéis bastante, señor de Gondor-dijo el mago ya irritado.
-¡Pero es que ella no preguntó!-se exaltó Cirnellë
-Dejadme hablar, os lo suplico. Fui hasta el Bosque Negro, porque sabía de las sospechas de Ireth. Cirnellë, en efecto está comprometida con el hijo mayor de Thranduil, rey del Bosque Negro-dijo Gandalf.

Legolas ni siquiera se movía, trataba de asimilar todas las palabras que se movían a su alrededor. Gandalf continúo.

-Pero el hijo mayor, no es Legolas-el mago miró la cara de sorpresa en todos los presentes. Legolas a punto de interrumpir, calló, con un ademán de Gandalf.
-Así es, Legolas Greenleaf tiene un hermano onóna (gemelo). Son idénticos y es el mayor. Legolas y Lenwë Greenleaf no se conocen porque uno ha vivido en el Bosque Negro y el otro fue sacado de ahí, muy joven para ir a Rivendel. Así que de este modo, Cirnellë está comprometida con Lenwë, sólo que Ireth, no quiso leer más allá-concluyó Gandalf.
-Entonces, ¿por qué no decirle a Ireth la buena noticia, Gandalf?-preguntó Sam, que hasta ahora había permanecido callado.
-Exacto, me parece que le haría bien enterarse-dijo Aragorn.
-Nada de eso, está débil y puede pensar que lo decimos para que pueda ir en paz-acotó Legolas débilmente.
-Vaya, es verdad, no lo había pensado-Pippin entraba a la charla.
-¡Peregrin Tuk, eso es porque pensáis poco!-lo intimidó Gandalf.
-¿Entonces, qué haremos con Ireth?-Aragorn volvía a tomar la palabra.
-Nada, esperaremos el tiempo necesario para que se recupere. No hay nada que no hayamos hecho que Elrond pueda hacer-sentenció Gandalf.
-Legolas, ¿cómo os sentís con la noticia?-preguntó Aragorn.
-En realidad no me molesta tener un hermano. Además de ser idénticos, Gandalf dice que tiene muchas virtudes-agregó Legolas casi contento.
-Entonces, ¿por qué esa nube de preocupación en tu rostro?-quiso saber Gimli.
-¡Ay! Vosotros los hombres, sois unos insensibles. Él teme por la vida de Ireth-se quejó Cirnellë.
-Mejor es que vayamos a descansar todos, algunos tendremos que volver a Rivendel mañana mismo-declaró el mago.

Se despidieron, ésta vez Legolas habló con el Árbol blanco.

-Melda (Querido) mío, llenadme de estel (esperanza), siento que estoy fallando. Ya la extraño tanto. Vos sabéis que quizás alguien pueda ayudarle. Dejadme una señal y haré lo que esté en mis manos.

Legolas lloraba como un niño, antes de la medianoche, la señal de esperanza y la decisión; se harían presentes.