Los secretos del jardín

En Rivendel la noticia de nuestra llegada había sido comunicada a Elrond por Galadriel. Habría una fiesta en cuanto llegásemos. Legolas y yo no hablamos en todo el camino. Yo aún estaba pálida, pero brisa me llevaba a todo galope. Paramos a comer por exigencia de los hobbits y Gimli se me acercó.

-Nadie te ha mentido, Ireth Tinúviel Anárion-dijo Gimli.
-Vaya, es la primera vez que me llamáis por mi nombre-dije.
-Os lo habéis ganado. Pero no cambiéis el tema. Dije que nadie os ha mentido. El elfo te ama-dijo el enano.
-Habláis así porque sois su amigo-dije.
-No, no es así. Nunca me ha hablado de nadie como lo ha hecho de vos-dijo Gimli.
-Pero tiene  que casarse con Cirnellë, además, yo no le amo-mentí.
-¡Sois engreída de aquí a Khazad-Dûm!-dijo Gimli.
-No tengo que hablar con vos sobre esto-dije molesta.
-No, claro que no. Sólo miradlo, ahí sentado, parece un alma en pena-dijo y se marchó.

Miré a Legolas, en verdad se notaba triste, cansado. Lo vi como nunca antes lo había visto. Hablaría con él y si fuera necesario pactaríamos una tregua. Iba camino a él cuando Cirnellë se le acercó y lo tomó de l hombre. Él agarró su mano y la hizo sentar a su lado. Me detuve, no tenía caso interrumpirlos.

-No dejéis que vuestros ojos os engañen-dijo Frodo.
-Hmmm, no lo hago-contesté.
-¿Por qué no me creéis?-preguntó Frodo.
-Sencillo, han urdido un plan para tenerme contenta-dije.
-No, os equivocáis. Ya veréis írë (cuando) habléis con Aragorn y con Gandalf-dijo el hobbit.
-Todos se habéis puesto de acuerdo-yo miraba a Cirnellë sonreír con Legolas y una inmensa tristeza abordaba mi alma.
-Son amigos, sólo eso-dijo Frodo.
-Vos no sabéis nada-dije.
-Claro que lo sé. Lamento que no podáis confiar en mí-dijo esto y se fue a donde Gimli y Sam.

Parecía alejar a todos de mí. Me estaba dando miedo y esa herida empezaba a dolerme de nuevo. Reanudamos a paso vivo la marcha, brisa aún tenía prisa por llegar, yo iba por delante. Para cuando llegamos a Rivendel el atardecer se ponía. Fui llevada directamente a ver a Elrond. Su abrazo me resultó reconfortante y sus palabras sabias me llenaron de orgullo. Cirnellë estaba a mi lado, siempre sonriente, plena.

La fiesta no se hizo esperar. La sala de fuego estaba repleta; recibí felicitaciones y mi hermana también. En su primer viaje había acabado con un troll. Legolas estaba apartado de nosotros. Los hobbits comían animadamente. Arwen y Aragorn sonreían felices. Sólo faltaba Gandalf, desde mi llegada no lo había visto. Me retiré temprano; Legolas bailaba con Cirnellë cuando me fui. La verdad es que hacía "una pareja de elfos hermosa". Pippin vino hasta mí, me deseo buenas noches y me entregó una carta. Lacrada con el signo del mago blanco. Me senté en una roca y la abría aprisa. Decía así:

"Querida mía:

No me encontraréis en Rivendel para írë (cuando) lleguéis. No os ocurra salir de ahí por nada del mundo. Necesito hablaros. Veros feliz y con esa herida curada. Cuidad de Cirnellë, ella piensa que vos estáis enojada con ella. Aragorn y Arwen se casarán pronto; conseguid un lindo vestido digno de una princesa, las joyas os las llevo yo. Cuidad a mis medianos, que no hagan ninguna travesura, en especial a Peregrin Tuk. Cuidaos mucho a vos misma, sois otras desde tu encuentro con el espectro. No debéis temer, pero tenéis que ser cuidadosa. No os alejéis tanto de Legolas, uno nunca sabe de qué manera puede torcerse el umbar (destino).

Me despido, siempre os dejo al cuidado de los dioses.
Cariñosamente, vuestro amigo:
Gandalf"

Pensé en los famosos acertijos de Gandalf, sin duda éste era uno de ellos y sin duda, el más difícil para mí. Doblé la carta y aguardé. Miré las estrellas que se encontraban altaneras y preciosas. El dulce sonido del arpa, llegaba hasta mí. Decidí que era hora de ir a descansar. Nada tenía ya que hacer en los jardines. Legolas y Cirnellë charlaban y bailaban.

-Pronto seremos familia-dijo ella.
-Sí, aunque no creo que tu hermana, a pesar de salir de su equivocación, acepte enlazarse conmigo-dijo Legolas.
-Dejad de pensar tan negativamente, Legolas-dijo Cirnellë.
-Lo siento, es que desde que intenté comunicarle mis sentimientos, ilqua (todo) ha empeorado-dijo Legolas.
-Bueno, tenéis que tranquilizaros; para cuando Ireth conozca a Lenwë, muchas cosas se le aclararán y verás como todo toma su curso-dijo Cirnellë.
-Puede ser que tengáis razón-le sonrió Legolas.
-¿Me permitís este baile con tan hermosa dama, Legolas?-preguntó Aragorn.
-Por supuesto. Debo ir a descansar. Alassëa lómë (Buenas noches)-y  Legolas se retiró.
-¿Estáis contenta?-preguntó el dúnadan.
-Claro, Ireth está bien. Pronto me casaré. Sólo espero que ella logre entender ilqua (todo) esto-dijo preocupada.
-Lo hará. Os ama mucho y es buena. Además, vos y Legolas sois buenos amigos, ¿no?-añadió Aragorn.
-Sí, lo somos. Espero ansiosa el momento de vuestra boda-confesó Cirnellë
-No falta mucho, será un evento inolvidable-concluyó él.

Pronto fue quedándose la sala de fuego vacía y la música fue menguando. La mañana siguiente sería muy especial.

Cirnellë sonreía contenta. Los medianos le contaban historias de esas que a ella le gustaba escuchar. Legolas, Aragorn, Gimli y Arwen les hacían compañía. Yo los miraba a todos desde la ventana. Más tarde me reuniría con ellos.

-Cirnellë-llamó Arwen.
-Decidme, su alteza-replicó ella.
-No me digáis así. Vos y yo somos amigas-pidió Arwen.
-Lo siento, Arwen. Es sólo que impresiona el título-dijo Cirnellë.

Ambas rieron.

-¿De qué me queréis hablar?-preguntó mi hermana.
-De vuestro compromiso. ¿Os habéis hecho muy amiga de Legolas?-preguntó.
-Sí, a decir verdad, me recuerda mucho a Lenwë-dijo Cirnellë.
-Lo imaginé. ¿No estaréis confundiendo sentimientos?-preguntó Arwen.
-No, princesa. Sé bien que Legolas es a quien ama mi hermana y yo amo a Lenwë-contestó Cirnellë.
-Lo sé, pero os veo tan unidos-dijo Arwen.
-¿Estáis pensando como Ireth?-preguntó Cirnellë con disgusto.
-No querida mía. Sólo os pregunto algo que me gustaría saber. Además, ¿cómo sabéis lo qué piensa Ireth al respecto?-le increpó Arwen.
-No lo sé, pero ella está alejada desde su herida. Temo que está equivocándose al deducir todo-contestó Cirnellë.
-¿Queréis que hable con ella?-preguntó Arwen.
-Os agradezco mucho vuestra preocupación, pero será mejor que lo haga yo misma-contestó Cirnellë.

Volvieron con los demás, Legolas parecía ausente también, pero tomó una decisión. No quería estar triste. Esperaría a que Ireth y el mismo, viera a su hermano. Y entonces las cosas se arreglarían. Gimli y Cirnellë se le acercaron.

-Podríais quitar esa cara, maese Legolas-dijo Gimli.
-Claro que podría; no os preocupéis que ya estoy mejor-les  sonrió Legolas a ambos.
-¿Qué te parece si paseamos por el río, Legolas?-invitó Cirnellë.
-Me encanta la idea, vamos-dijo Legolas.
-Claro, dejen al enano, ¿a quién le importa?-bromeó Gimli mientras los veía alejarse.

Cirnellë y Legolas se sentaron a la orilla del río. Legolas se notaba más animado y ella le daba fortaleza.

-Tenéis la misma mirada que Ireth-dijo él.
-Será porque somos hermana-sonrió ella.
-Contadme de Lenwë-pidió Legolas.
-Es un caballero elfo excepcional; es honorable, alegre, justo, sincero, es igual a vos-dijo ella ilusionada.
-Igual, ¿en todo sentido?-quiso saber Legolas.
-Bueno, a vos os conozco poco...pero sí, son idénticos-dijo Cirnellë.

Él se acercó a Cirnellë con delicadeza, la miró fijo a los ojos y le dijo:

-Lástima que vuestra hermana no sea un poco más parecida a vos.
-Ella es buena-dijo Cirnellë.
-No he dicho lo contrario-clamó Legolas.
-Lo sé, lo sé. Es sencilla, valiente, honesta, con una vitalidad envidiable...-iba a seguir pero Legolas interrumpió.
-Sí, y también es arisca, desconfiada, celosa, teme al amor-dijo Legolas.
-No seáis tan duro con ella-dijo Cirnellë.
-Cirnellë, tengo ciento treinta años, si Ireth no cambia de actitud, tendré que buscar el amor en otra parte-declaró Legolas.
-¡No será amor!-se asustó ella.
-Puede que tengáis razón, pero podría serlo con el tiempo-dijo Legolas.

Pasaron la tarde en el río. Riendo a veces, otra sólo callando, escuchando el viento. Cuando volvían, Cirnellë tropezó y se lastimó un pie. Yo estaba con el resto en el jardín cuando los vimos venir. Ella no parecía adolorida, sonreía y enganchaba sus brazos al cuello de Legolas. Arwen me miró inmediatamente. Aragorn hizo lo mismo y tomó mi mano. Pedí disculpas y me alejé de allí. Otra vez estaba haciendo mal las cosas. Eso del hermano onóna (gemelo) no me lo creía. Ellos estaban comprometidos y ahora parecía que estaban enamorándose. Quise volver al Bosque Negro, como en muchos años no sentía la necesidad, pero no podía irme, debía esperar a Gandalf. Legolas me vio huir y sólo sonrió.

-Llevadme a mi habitación, Legolas, por favor-pidió Cirnellë que no se había percatado de mi huida.
-Arwen, ¿podéis ayudar a Legolas con Cirnellë?-pidió Aragorn.
-Por supuesto-contestó ella.

Aragorn vino tras de mí. Él llamó a mi puerta.

-Abrid la puerta, Ireth. Sé que estáis allí-dijo.
-No lo haré, perdonadme pero...
-Abrid o entraré a la fuerza-interrumpió el dúnadan.

Abrí lentamente.

-Tenéis que hablar con tu hermana, vamos-dijo Aragorn y me tomó del brazo.
-¡No! ¡No quiero!-me rehusé.
-¡Tenéis que hacerlo! Sois una necia-gritó Aragorn.
-No, soltadme señor...
-No, vendréis conmigo ya mismo-y me arrastró por el palacio.

Ésta vez, Cinerllë y yo, tendríamos esa platica.