Los secretos del jardín

01 de Junio de 2004, a las 00:00 - Melîreth
Relatos Tolkien - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]Meneame


Capítulo XXXIX  Destino o no, hay que tener cuidado

Caminé a la orilla del río, me descalcé y me senté en un lugar arenoso. No sabía que había ocasionado el problema de Legolas con Éomer pero algo en el fondo de mi corazón me decía que yo tenía mucho que ver. Metí los pies en el agua, se respiraba tranquilidad, me gustaba ese lugar. Estaba feliz por Cirnellë y Lenwë, se les veía radiantes, felices, eran ahora toda una familia. En algún punto les envidiaba; yo era la mayor y aún ni me había casado, menos iba a darle un nieto a mis nostari (padres), pero no era momento de lamentarse. Recargué mi barbilla en mis piernas y le hablé.

-Os sentí llegar-dije.
-Me había olvidado que tenéis esa facultad-dijo él.
-Os olvidáis muchas cosas, mi lord-dije.-Venid, sentaros conmigo y esperemos a que Gandalf venga a buscarnos.
-¿Gandalf?-dijo Aragorn sentándose.
-No me hagáis caso, sólo pensaba en voz alta-dije.
-Me gustaría saber qué pensáis-dijo con una sonrisa.
-Oh no, esos pensamientos están reservados para una sola persona-dije.
-¿Para Legolas?-preguntó Aragorn.
-Vos lo dijisteis, no yo-dije dulcemente.- ¿A dónde habéis ido?
-Por allí, a caminar-mintió él.
-Sé que no soy quien para decíroslo pero mentir se os da peor que nin (a mí)-dije y le sonreí.
-Tenéis razón, fui por esto-dijo eso y sacó una hermosa espada larga.
-Es hermosa, es...-me quedé sin palabras.
-Claro que lo es, digna de una tári (reina), hecha para una tári (reina)-dijo mirándome a los ojos.
-Entiendo, era para vuestra señora, Arwen-dije comprensiva.
-No, en realidad la mandé a hacer hace poco-dijo Aragorn.
-Entonces, no sé...-dije.
-Es para vos, Ireth y me alegro que os guste-dijo contento.
-No, yo no puedo aceptarla-dije alarmada.
-Tenéis que hacerlo, tiene vuestras iniciales, fijaros-dijo él.

Tomé la espada, era completamente de plata con unos finos hilos de malta (oro) por toda la orilla. En el mango tenía mis iniciales grabadas en azul. Era la espada de una futura tári (reina) y yo nunca lo sería, ni aún casada con Legolas.

-¿Qué os sucede? ¿Es poco para vos?-preguntó Aragorn, a pesar de que sabía la respuesta.
-No, es la más hermosa de las espadas; pero no puedo aceptar un regalo así y menos viniendo de vos, mi lord. Me temo que debería ser para su futura prometida-dije y al mismo tiempo caí en la cuenta de lo que había dicho.
-Digamos que fuera así, por ahora tomadla, es sólo un anna (regalo), veremos que pasa después-dijo secamente.
-Pero yo..., ¿qué le diré a los demás? Además tiene el escudo de Gondor-dije nerviosa.
-Nada, no diréis nada. Podemos mantenerlo en secreto-dijo Aragorn-Vamos, aceptadla de una vez.
-Está bien, sólo porque es preciosa y debo madurar-bromeé y ambos sonreímos.

Yo sabía que estaba equivocándome al aceptar tal regalo pero no notaba otro interés en mí de parte de Aragorn que no fuera amistad. Decidí olvidarme por un momento de todo y le canté mientras su espalda descansaba en mi pecho. Se estaba tan en paz en ese lugar que me habría gustado congelar el tiempo, también me habría encantado saber que pensaba el dúnadan; pero entrometerme en sus asuntos era una total falta de cortesía.

-¿Qué nombre le pondréis?-preguntó él.
-¿A quién?-pregunté sin entender su pregunta.
-A la espada, obviamente-dijo él.

Pensé un rato y luego dije:

-Calmacil (Espada luminosa).
-Es un nombre perfecto-dijo Aragorn.
-Señor, si no es una osadía de mi parte, me gustaría preguntaros algo-dije cautelosa.
-Podéis preguntar lo que os plazca-dijo él.
-¿Por qué me habéis regalado la espada?-pregunté.
-Volvemos al tema de Calmacil-dijo pensativo.
-Bueno, quisiera saberlo-dije.
-Os lo diré, con una condición-dijo Aragorn.
-¿Cuál?-quise saber.
-Que me digáis a que os referíais cuando dijisteis Gandalf-dijo el dúnadan.
-Es un trato-dije pausadamente.-Luego que vos me hayáis dicho lo que os pregunté.
-Acepto-dijo Aragorn.-Es simple, os quiero mucho y había sido duro con vos desde hacía un tiempo.
-¿Me estáis diciendo la verdad?-pregunté.
-Nunca miento y cuando lo intento, vos os percatáis-dijo Aragorn.
-Lo sé, lo sé. Imagino que es mi turno-dije.
-Así es, mi lady-dijo Aragorn.
-Él cree que vos y yo...
-Los estaba buscando-nos interrumpió el mago.

Me sorprendió verlo allí y deseé que no nos hubiera encontrado en esa situación, pero ya era tarde. Aragorn se sentó de inmediato alejándose de mí.

-Nos habéis encontrado-dijo Aragorn.
-Legolas y Éomer...
-¿Llegaron a los golpes?-dije yo mientras Aragorn me veía con gesto de no entender.
-No, ahora mismo están acabando con la cerveza de Bosque Negro como dos grandes amigos-dijo el mago.
-Me alegro. ¿Sabéis por qué discutían?-pregunté a Gandalf.
-Sí, lo sé. Por vos, Ireth-dijo Gandalf.
-¿Por mí? No me lo creo-dije.

Aragorn sonrió.

-¿Qué hizo ésta señorita ahora?-preguntó el dúnadan.
-Yo nada-dije.
-Casi nada; Legolas todavía no supera que Éomer haya ido con Ireth a vuestra boda-le dijo Gandalf a Aragorn.
-Yo no soy propiedad de nadie. Ese elfo obstinado tendrá que comprender-dije.
-¿Por qué no vais a hablar con ellos?-sugirió Gandalf.
-Mejor será que me digáis que os deje solos-dije.-No pienso hablar con ninguno de esos atta ahora. Alassëa lómë (Buenas noches).

Ambos contestaron y yo me alejé cubriendo la espada con mi capa. Aragorn y Gandalf tenían algo importante de que hablar.

-¿Qué sucede, Gandalf?-preguntó Aragorn.
-¿Ella no os lo ha dicho?-preguntó Gandalf a su vez.
-No, no me ha dicho nada-declaró Aragorn.
-Temo por vosotros atta-dijo el mago.
-¿En qué sentido?-quiso saber Aragorn.
-En todos, sabéis bien a qué me refiero-dijo Gandalf.-Le he dicho a Ireth que no me preocuparía si supiera que vuestra cercanía, se debe al amor, más creo saber que no es así...
-No lo sabéis todo-interrumpió el dúnadan.
-No, claro que no; más tampoco estoy ciego-dijo Gandalf-No es necesario ser un mago para darse cuenta lo cercanos que están. Hasta Sam lo ha notado y Éomer que os ha visto poco; Legolas no lo ha hecho porque aún sufre las consecuencias del hechizo, pero no tardará en hacerlo.
-Gandalf, no pasa nada entre Ireth y yo. Y si así fuera, ambos somos adultos. Os pido que dejéis de preocuparos-dijo Aragorn.
-Me sorprendéis, ¿dónde quedó vuestro amor por Arwen?-preguntó el mago.
-¡Ella se fue, me dejó!-gritó Aragorn.
-¿Es eso entonces?-dijo Gandalf.
-¿Qué?-preguntó Aragorn.
-Ira, rabia, impotencia porque Arwen no está más-dijo el mago.
-No podéis entenderlo. Mejor que hablemos en otro momento-dijo el dúnadan.
-Como vos digáis, buscadme si me necesitáis-dijo Gandalf como despedida.



Capítulo XL Un beso sorpresa

Teníamos todo listo para volver a Rivendel. Los caballos relinchaban  contentos, incluso Éomer venía con nosotros. Aunque hacía dos días  desde la fiesta que no hablaba con ninguno de los atta (dos), me ponía muy contenta saber que el eorlinga viajaba con nosotros. Éomer fue el primero en acercárseme.

-¿Continuáis enojada, mi lady?-preguntó Éomer.
-No, ya he olvidado el asunto. Sé que no ha sido vuestra culpa-dije con una sonrisa-
-Tampoco culpéis al elfo, sólo estaba un poco celoso-dijo Éomer.
-Lo sé, pero aprenderá a confiar en mí si en verdad me ama...
-Os amo de verdad-interrumpió Legolas.
-Esas cosas se demuestran-dije y me alejé para despedirme de mi hermana.

Le dije que la amaba mucho, que volvería antes del nacimiento de Legolas II; discutimos ese punto en cuanto al sexo del elfito más, le pedí que confiara en mí y mi instinto. La besé y abracé con fuerza, la iba a extrañar, le pedí que cuidara de nuestros nostari (padres) y ella asintió con lágrimas en los ojos.

-¡Decidiros pronto!-gritó Cirnellë agitando su mano.-No me miréis así, sabéis a que me refiero.

Le sonreí y marché sobre Brisa a paso lento. No parecía que fuéramos a tener un viaje difícil, más bien todo lo contrario..., aunque podríamos equivocarnos.

-¿Listos?-gritó Gandalf.

Todos asentimos mirando al horizonte. Aragorn, Legolas, Gimli, Éomer, Gandalf, Frodo, Sam, Pippin y yo, estábamos en camino. El viento golpeaba nuestro rostro, hacía dos meses que habíamos salido de Rivendel y ahora estábamos de vuelta. En cinco días estaríamos allí. Pasado medio día de viaje, nos detuvimos a comer. Todos comieron animosamente, excepto yo. No tenía hambre así que, me acerqué a Brisa y la acaricie.

-¿La queréis mucho, no?-dijo Legolas.
-Sí, tanto como vos a Arod-dije.
-¿Y a mí?-preguntó él.
-Os amo-dije sorprendiéndome de la respuesta.
-Y yo a vos-dijo Legolas.-Aunque no esperaba que lo dijeses tan pronto.
-Bueno, ya os lo he dicho-dije.

Legolas me besó suavemente. La escena era privilegiada para el resto de la compañía que nos miraba de frente.

-¡Por fin!-gritó Gimli.
-¡Ya era hora!-gritó Frodo.

Nosotros nos sonrojamos, Aragorn miraba hacia otro lado. Reanudamos la marcha pronto. La noche estaba al caer, no llevábamos la mitad del camino cuando Legolas entre cerró los ojos y se acerco a Gandalf.

-Hay algo que no me gusta-dijo el elfo.
- ¿Man cenich? (¿Qué veis?)-preguntó Aragorn.
-¿Qué sentís?-preguntó Gandalf.
-No lo sé, la tierra, quizá...

Un gran agujero se abrió en la tierra justo bajo Éomer y yo, caímos sin remedio. Ambos caballos desaparecieron en segundos, por completo. Éomer tomó mi mano justo a tiempo y evitó que cayera al vacío, pero no podríamos aguantar mucho tiempo.

-¡Sujetaros!-gritó Éomer.
-Eso intento-respondí tratando de contener el aire.

Mis pies colgaban peligrosamente. La compañía se quedó paralizada al ver la situación pero unos segundos después se acercaron. Legolas tomó a Éomer del brazo, lo sujetó y lo levantó. Aragorn hizo lo mismo conmigo, sólo que me haló tan fuerte que caí encima de él. Nuestros ojos se encontraron e inmediatamente desvié la mirada.

-¿Estáis bien?-preguntó Frodo, el único que pudo decir algo.
-Sí, eso creo. ¡Maldición! Perdí a Brisa-dije echándome a llorar.
-Lo sentimos mucho, por lo menos vos y Éomer están bien-dijo Aragorn.
-Lo sé, lo sé-dije tratando de calmarme.
-¿Qué demonios fue eso?-preguntó Éomer.
-Magia-dijo Gandalf.
-¿Magia? ¿De qué clase?-preguntó Legolas.
-Una muy poderosa y negra-dijo Aragorn.
-Alguien nos quiere hacer daño-dijo Gandalf.
-¿Por qué?-preguntó Gimli.
-No lo sabemos, pero será mejor darnos prisa-dijo Gandalf.

Éomer montó con Frodo y yo subí con Gandalf: Pude haberlo hecho con Legolas, pero preferí  viajar con el maia. Anduvimos toda la noche sin descansar; Pippin tarareaba una canción, Frodo dormitaba y el resto iba en silencio. Isil nos alumbraba el sendero. Debíamos descansar, los animales no podían continuar así. Acampamos bajo un árbol. Fui la segunda tras Frodo, en quedar dormida. Luego Sam y los demás. Pippin no podía dormir.

El hobbit se acercó hasta mí, influenciado por el brillo que Isil  le daba a las iniciales azules de Calmacil. La tomó como pudo, y la levantó con gran esfuerzo. La dejó caer justo sobre una piedra logrando despertar a toda la compañía con el escándalo que hizo.

-¡Pero, ¿qué...?!-Gandalf se quedó mudo al ver la espada, luego miró a Aragorn.
-Peregrin Tuk, ¿podéis devolverme mi espada?-dije.
-Lo siento, es que es tan hermosa y su resplandor...-dijo Pippin.
-¿Es vuestra, Ireth?-preguntó Legolas y calló al ver el escudo de Gondor y mis iniciales.

Gandalf interrumpió para salvar el momento.

-Descansemos ahora, sí hay algo que hablar, lo haremos al amanecer-dijo el mago.

Legolas me miró decepcionado y yo no pude sostenerle la mirada. Después del incidente, todos volvieron a dormir, menos Aragorn y yo. Él sabía que yo estaba despierta, se arrodilló a mi lado y dijo:

-Hablemos nosotros, antes que la compañía entera lo haga.

Yo asentí y poniéndome de pie, fui tras él. Nos alejamos un poco del resto y nos sentamos en el suelo.

-¿Qué haréis?-preguntó el dúnadan.
-No lo sé, supongo que Legolas y Gandalf querrán una explicación-dije.
-Lo sé, pero ambos somos adultos, Ireth. No tenemos porque dar explicaciones a nadie-dijo Aragorn acercándose a mí y quitando un mechón de cabello de mi rostro.
-Lo sé, es más una cuestión de cortesía para con ellos...-dije antes de que me besara.

No supe como llegamos hasta allí, sus besos eran una inmensidad de sentimientos llenos de experiencia, tarde me percaté de que no éramos los únicos despiertos.

-Él está símen (aquí)-dije casi susurrando.
-¿Quién?-preguntó Aragorn.
-Yo-dijo Legolas muy despacio.



1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30

  
 

subir

Películas y Fan Film
Tolkien y su obra
Fenómenos: trabajos de los fans
 Noticias
 Multimedia
 Fenopaedia
 Reportajes
 Taller de Fans
 Relatos
 Música
 Humor
Rol, Juegos, Videojuegos, Cartas, etc.
Otras obras de Fantasía y Ciencia-Ficción

Ayuda a mantener esta web




Nombre: 
Clave: 


Entrar en el Mapa de la Tierra Media con Google Maps

Mapa de la Tierra Media con Google Maps
Colaboramos con: Doce Moradas, Ted Nasmith, John Howe.
Miembro de TheOneRing.net Community - RSS Feed Add to Google
Qui�nes somos/Notas legalesCont�ctanosEnl�zanos
Elfenomeno.com
Noticias Tolkien - El Señor de los AnillosReportajes, ensayos y relatos sobre la obra de TolkienFenopaedia: La Enciclopedia Tolkien Online de Elfenomeno.comFotogramas, ilustraciones, maquetas y todos los trabajos relacionados con Tolkien, El Silmarillion, El Señor de los Anillos, etc.Tienda Amazon - Elfenomeno.com name=Foro Tolkien - El Señor de los Anillos