Los secretos del jardín

Cruzamos el pasillo de las alcobas, todo el castillo y enseguida estábamos en el establo. Éomer se acercó a una de las rejas y la abrió. Un meara hermoso salió de él relinchando, era completamente negro, con crines largas y hermosas y patas fuertes, en una palabra era: perfecto. Me acerqué al meara hablándole con cariño. Éomer se desapareció sin que me diera cuenta.

-Es vuestro presente de compromiso-dijo Legolas.- ¿Lo aceptáis?
-¡Tancave (Sí)!-dije y abracé a Legolas.

Legolas sonreía contento.

-¿Qué nombre le pondréis?-preguntó Legolas.
-¿A quién?-pregunté.

Esa conversación era muy parecida a la que yo había tenido con Aragorn. Esperaba que no se repitiera la historia. Legolas volvió a preguntar:

-¿Qué nombre le pondréis?
-¿A quién?-pregunté de nuevo.
-Al meara, obviamente-dijo Legolas.
-Sulimë (Viento)-dije.
-Es un nombre perfecto-dijo Legolas.
-Hantale (Gracias), mi señor-dije.
-¿Méralyë vesta nit (Quieres casarte conmigo) para el hrivë?-preguntó Legolas.
-Si, Legolas-dije feliz.

Lo besé como si nunca lo hubiera besado, él acariciaba mi espalda. Faltaba mucho para el hrivë y yo ya quería ser suya.

-¿Puedo montar? ¿Mostrárselo a los demás?-pregunté.
-Por supuesto, mi lady-dijo Legolas.-Os alcanzaré pronto.

El primero al que encontré fue Gandalf que fumaba su pipa en las afueras del castillo.

-¡Que hermoso meara!-dijo Gandalf-¿Lo habéis robado?-bromeó el mago.
-No, en realidad es...-iba a contestar.
-Un presente de compromiso-interrumpió Aragorn que llegaba en Brego.
-Sí, así es, mi lord-dije sonriendo.
-Pues es hermoso-dijo Gandalf.
-Me muero de curiosidad por saber su nombre-dijo Gimli que se agregaba.
-Se llama Sulimë-dije.
-Viento-dijo Gandalf.
-Y con él, el dúnadan no podrá ganarme-dije retando a Aragorn con la mirada.
-No me parece...-buena idea iba a decir Gandalf.
-Acepto-dijo Aragorn.- ¡Sí (Ahora)!

Echamos a correr a las afueras de Rohan, apenas lloviznaba; Sulimë cabalgaba ágilmente, le llevábamos dos cuerpos de ventaja a  Aragorn. Me detuve para cantar victoria.

-Sois buen jinete-dijo Aragorn.
-Vos también-dije.-Sí (Ahora) volvamos despacio y en paz.
-¿Tenéis miedo a que os gane está vez?-preguntó el dúnadan.
-No, nunca y lo sabéis-dije.
-¿Así que os casareis pronto?-preguntó el dúnadan.
-Os contaré todo si sacáis esa pipa vuestra-dije sonriendo.
-Las damas elfas no... ¿Qué demonios? La traigo aquí mismo-dijo Aragorn mostrándome la pipa.
-Bien-dije fumando un poco.-Como sabéis, para el hrivë (invierno) seré la señora de Greenleaf-dije.
-Supongo que Legolas elegirá a cualquiera que no sea yo para padrinos-dijo Aragorn.
-No lo sé. Por eso os he dicho tantas veces que esa tradición debe cambiar. Yo debería elegir-dije en tono arrogante.
-¿Y a quién elegiríais?-preguntó Aragorn.
-A Pippin-dije seria.

Aragorn miró al suelo y puso cara de desilusión, algo imposible de ocultar.

-Ja ja ja ja, por supuesto que a vos, mi lord-dije.
-Vaya, me había desilusionado-dijo el dúnadan.
-No concebiría elegir a nadie más-dije.
-Ireth, no me importa que Legolas no me elija, lo entenderé-dijo Aragorn.
-No hablemos más de eso-dije.
-Volvamos y dadme esa pipa-dijo Aragorn.
-Deberíais regalármela-dije mirando la pipa.
-Lau, no quiero provocar más problemas con mis regalos-bromeó Aragorn.

Gimli y Gandalf conversaban sobre la hermosura de Sulimë cuando apareció Legolas. Frodo, Sam y Pippin, llegaron unos segundos después.

-¡Aiya!-dijo Legolas que venía montando en Arod.- ¿Habéis visto a Ireth?

Gandalf y Gimli se miraron.

-Está cabalgando en el campo sobre un hermoso meara-dijo Gandalf.
-No está sola-dijo Gimli.
-¿Quién está con ella?-preguntó Legolas ansioso.
-Aragorn-dijo Gandalf.

Legolas guardó silencio por un instante.

-Parece que el dúnadan os pisa los talones otra vez-dijo Pippin.

Frodo le pegó un codazo a Pippin.

-¡Peregrin Tuk!-gritó Gandalf.
-Si, si. ¿Cuándo aprenderé a cerrar la bocota?-dijo Pippin.
-¡Iré a buscarlos!-dijo Legolas alejándose.

Legolas parecía calmada, pronto nos divisó y nos alcanzó.

-Mi lord-dije yo a guisa de saludo.
-Vuestra dama me ha ganado-dijo Aragorn.
-Era de esperarse con ese meara-bromeó Legolas.
-Y por lo excelente jinete que soy-dije sonriendo.
-Volvamos al castillo, quiero hablaros Aragorn-dijo Legolas amablemente.

Volvimos trotando, me parecía extraño de que Legolas no hubiera puesto el grito en el cielo por encontrarme con Aragorn cabalgando, aunque también pensaban que quizá de eso mismo era de lo que Legolas le quería hablar al dúnadan. Al llegar me quedé con los Gandalf, Gimli y los hobbits mientras Legolas y Aragorn se iban al comedor. La yulmë (fiesta) nos apremiaba para el día siguiente.

-Aragorn hijo de Arathorn, es serio lo que tengo que deciros-dijo Legolas.
-Hablad, príncipe de Bosque Negro-dijo Aragorn.
-Sé que nunca voy a poder separarlos a vos y a Ireth. Vos sois uno de mis mejores amigos, así como lo sois de ella y por lo tanto, sólo me queda pediros que no os acerquéis más a ella o nunca estaré tranquilo-dijo Legolas mirando fijo a los ojos del dúnadan.

Aragorn tomó de su cerveza y pensativo se llevó la pipa a la boca. No podía creer lo que Legolas le estaba pidiendo.

-No puedo-dijo Aragorn por fin.-Ireth es mi amiga, la quiero. No puedo, Legolas, no puedo.
-Aragorn, me veré en la obligación de retaros a un duelo-dijo seriamente Legolas.
-Pero Legolas, se razonable. No puedo pelear con vos, no puedo preocupar a Arwen en el estado que está y tampoco a Ireth-dijo Aragorn tajante.
-Es todo lo que quería escuchar-dijo Legolas poniéndose de pie y sacando su espada.

Aragorn también se puso de pie pero no sacó a Andúril. Legolas se paró frente a él y luego puso su espada en la mesa.

-Sólo quería deciros que no desconfío más de vos-dijo Legolas con una sonrisa.-Nunca os retaría a un duelo.
-Entre vos e Ireth me matareis de angustia-dijo Aragorn abrazando a Legolas.

En ese momento, Gandalf entró. El mago se sintió feliz con esa imagen, los amigos volvían a serlo y sin rencores.

-¡Dadme de esa cerveza!-dijo Gandalf.-Parece que tiene efectos positivos.
-Tomad-dijo Aragorn entregándole un tarro al mago.
-Gandalf, quiero pediros algo-dijo Legolas.
-No le pidáis que se aleje de Ireth-bromeó Aragorn.

Legolas y Aragorn rieron. Gandalf los miró extrañado.

-Decidme, Legolas-dijo Gandalf.
-¿Seriáis nuestro padrino de bodas?-preguntó Legolas.
-Será un honor-dijo Gandalf que lo sentía de verdad.

Aragorn los felicitó aunque se sintió un poco desilusionado.

-El hrivë nos tratará bien-dijo Legolas ilusionado.
-Seguro y les lloverá mucho-dijo Aragorn.
-No importa, es probable que la novia llegue felizmente empapada-dijo Gandalf riéndose.
-Es cierto-dijo Aragorn.

Los tres continuaron bebiendo cerveza y esperando por el resto para la cena. Reían y conversaban alegremente. Vendrían tiempos mejores sin ninguna duda.

Muy temprano corríamos de una alcoba a otra arreglando los últimos detalles. Arwen y yo conversábamos gritando de una puerta a otra. Debía hacer mi visita a Éomer, darle mis felicitaciones y desearle lo mejor. Corrí por el pasillo y tropecé con Gimli.

-¡Cuidado, elfa engreída!-gritó Gimli.
-Os he dicho que no me llaméis así, enano-dije aguantando la risa.
-Siempre tan descorteses entre ustedes dos-dijo Éomer asomando por la puerta.
-Me habéis salvado-dije.-Adiós casar.

Entré en la alcoba dejando afuera a Gimli que murmuraba algo.

-Éomer, deseo que seáis muy feliz-dije.
-Gracias, se os nota la felicidad también-dijo Éomer.
-Lo sé, no lo puedo evitar. Sí (Ahora) yo debo invitaros a vos y a vuestra esposa a mi boda-dije.
-Estaremos allí-dijo Éomer.
-Gracias por todo, Éomer-dije.
-¿Por todo? Exageráis, mi lady-dijo Éomer.
-No lo hago, yo sé lo que digo-dije sonriendo.
-Mejor no contrariarla, lady Ireth-dijo Éomer.

Lo abracé y dejé dos besos en sus mejillas. Éomer era un gran hombre que merecía ser feliz. Corrí hasta mi alcoba y tropecé de nuevo con alguien.

-¡Maldición!-dijo él.
-Pienso lo mismo-dije.
-Elfa engreída, podríais mirar un poco más abajo-dijo Gimli.
-Lo intentaré, os lo prometo, Gimli hijo de Glóin-dije sonriendo.

Gimli sonrió y entré en mi alcoba. Estaba lleno de flores amarillas y en la cama había un hermoso vestido verde y joyas que hacían juego con el vestido. Una nota descansaba en mi almohada.

"Ireth,

Os veréis hermosa con cualquier colla (vestido), mas me gustaría que usaras este para la boda. Mis ojos jamás se cansarán de vuestra imagen. Mis manos jamás se cansarán de tocaros. Nunca se me gastará vuestro nombre. Mi lady, gracias por hacerme el elfo más feliz de la Tierra Media. Os demostraré que habéis elegido bien.

¿Hace falta decir que os amo?

Legolas Greenleaf"

Mi corazón se llenó de felicidad, las lágrimas acudieron a mi rostro, pero eran lágrimas de felicidad. Esas que en mucho tiempo no había tenido. Me sequé las lágrimas, era hora de prepararme, no quería que Legolas me encontrara sin estar lista.

-Estáis espléndida-dijo Legolas al verme.
-Vos, mi lord, me hacéis verme así-dije.
-No seáis humilde-dijo Legolas ofreciéndome su brazo.

Me sentí orgullosa al entrar del brazo de Legolas. Gandalf me guiñó un ojo al vernos entrar. La compañía entera estaba elegante, perfecta. La ceremonia fue preciosa. Arwen lloró casi toda la ceremonia y nuestros esfuerzos por calmarla eran vanos. Para cuando pasamos al baile, Arwen se calmó. Yo estaba ansiosa por bailar con Legolas.

-¿Bailamos, mi lady?-preguntó Legolas.
-Encantada-contesté.

La música no nos importaba, sentir su cuerpo unido al mío, sí. Su mano que apretaba fuerte mi cintura y mi mano que descansaba en su espalda. Nos mirábamos como si fuera la primera y última vez, no pudimos evitar besarnos.

-Ireth-dijo Legolas.-Elegí padrinos para nuestra boda.
-¿¡Padrinos!?-pregunté yo con extrañeza.
-Sí, espero que os gusten-dijo Legolas con una sonrisa nerviosa.
-¡Contadme ya!-dije ansiosa.
-Uno de ellos es Gandalf y el otro...Aún no se lo he dicho pero seguro que aceptará-dijo Legolas.
-Soltadlo-dije.
-Gimli-dijo Legolas respirando fuerte.

Me alegraba que uno de los padrinos fuera Gandalf más esperaba que el otro fuera Aragorn aunque el enano no me molestaba; estaba segura que Aragorn se sentiría desplazado. Ya arreglaría yo ese asunto.

-Habéis elegido bien-dije sonriendo.
-Por un momento pensé que no os gustaría-dijo Legolas aliviado.
-¿Qué pasa si Gimli no acepta?-dije buscando una oportunidad para el dúnadan.
-Tendremos un solo padrino-dijo Legolas.-Esperad, ya vuelvo.

Bailé con el dúnadan mientras Legolas hablaba con Gimli.

-¿Dónde está Arwen?-pregunté al no verla por allí.
-Se ha ido a dormir, está rendida de tanto llorar-contestó Aragorn.
-Legolas me ha dicho que eligió padrinos-dije.
-Lo sé, pero no sabía que fuera más de uno-dijo Aragorn.
-Gandalf y Gimli-dije.-Aragorn, quiero pediros algo.
-Lo que sea menos mi pipa-bromeó él.
-¿Me  entregaríais a Legolas?-pregunté.
-¿Yo? ¿Yo?-preguntó Aragorn con una sonrisa.
-Bueno, mi padre no puede viajar, Gandalf será padrino y Pippin es muy bajito; será un honor que vos aceptéis-sonreí.
-Por supuesto que acepto, mi lady-dijo Aragorn sonriendo.

Terminé la noche bailando con Legolas y besando sus dulces labios. No nos dimos cuenta que nos habíamos quedado solos en el gran salón, bailábamos aunque ya no había música. La felicidad se notaba en la sonrisa que poníamos al dejar de besarnos. Sus manos se ceñían a mi cintura y las mías descansaban en su cuello. Me percaté que no había más música que la que oíamos en nuestras mentes.

-Legolas-susurré.
-Si, mi lady-dijo Legolas.
-Me parece que...-le señalé alrededor con la mirada.
-Nos hemos quedado solos-dijo Legolas con una hermosa sonrisa.
-Será mejor que vayamos a dormir-dije.

Legolas me tomó de la mano, sonreíamos y corríamos ligeros por los pasillos. Al llegar a mi puerta, Legolas me miró fijo a los ojos y me acorraló contra la pared. Nos besamos apasionadamente. Nuestros cuerpos parecían llamarse por entre las ropas, los labios se juntaban queriendo ir más allá.

-No sería correcto, ¿no?-preguntó Legolas refiriéndose a entrar en mi alcoba.
-Lau, pero no sé si quiero que os vayáis-dije.
-Irme no quiero, quiero estar con vos-dijo Legolas besando mi cuello.
-¡Oh, mi lord! Yo también deseo tanto estar con vos-dije acariciando su espalda.
-No falta mucho para el hrivë-dijo Legolas.
-Lo sé, es sólo que... Yo... Tenéis razón, Varda no lo aceptaría-dije.
-Lau, lau lo haría-dijo Legolas y volvió a perderse en mi cuello.
-Hmm, hmm, hmm. Es tarde ¿lau?-preguntó Gandalf acercándose hasta nosotros.

Legolas y yo nos separamos totalmente sonrojados. No esperábamos que alguien apareciera y mucho menos el mago. Estábamos apenados, con la mirada en el piso, mis manos temblaban. Miré a Legolas y comprobé que estaba igual de avergonzado que yo.

-Sé que una vez más harán lo correcto-dijo Gandalf.
-Así es-dijo Legolas.
-Entonces, digámosle alassëa lómë (buenas noches) a Ireth-dijo Gandalf echando un brazo sobre el hombro de Legolas.
-Alassëa lómë (Buenas noches), Gandalf. Alassëa lómë (Buenas noches) Legolas-dije con una sonrisa discreta.

Legolas iba a besarme pero Gandalf lo tomó del cuello.

-Vamos, vamos-dijo el mago.
-Alassëa lómë (Buenas noches), mi lady-dijo Legolas sin otro remedio.

Cerré la puerta de la alcoba más no pude dormir.

Pasamos tres semanas más en Rohan y después partimos hacia Rivendel. Llegamos agotados pero muy felices. Rivendel estaba precioso. Cuando llegamos nos encontramos con la agradable sorpresa de que Elrond había vuelto de las Tierras Imperecederas, sólo por una temporada, hasta nuestra boda, después viajaría con Gandalf y Frodo de nuevo a las Tierras Imperecederas.