Los secretos del jardín

01 de Junio de 2004, a las 00:00 - Melîreth
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Capítulo XIII Una charla forzosa

-¿Qué son esos gritos, por Valinor?-gritó Elrond saliendo de su alcoba.
-Lo siento mi señor, pero esta señorita tiene que hacer una cosa importante-dijo Aragorn en tono seco.

Elrond hizo una mueca de resignación y pensó: "Entre los periannath (hobbits) e Ireth, van a acabar con la paz de este lugar".

-Soltadme, Aragorn-yo me revolvía, pero él era muy fuerte.

Llamó a la puerta de Cirnellë.

-¡Abridnos!-gritó.

Legolas abrió la puerta. Verlo allí no me sorprendió. Aunque Aragorn, habría preferido que no estuviera, me hizo entrar.

-¡Genial! Hablen los neldë (tres). Ireth, no os dejaré salir hasta que habléis todo-dijo Aragorn y cerró la puerta, luego se sentó a esperar en el pasillo.
-Aragorn, ¿qué hacéis allí?-le preguntó Arwen.
-Arwen, querida mía. Vos sabéis cuánto quiero a Ireth y a Legolas-dijo él.
-Lo sé, ¿qué pasa?-preguntó Arwen.
-Los encerré allí, para que se arreglen de una vez-dijo Aragorn.
-¿Los encerraste?, ¿a quiénes?-preguntó Arwen divertida.
-A esos neldë (tres) elfos indecisos. Quiero ver feliz a Ireth. Quiero que Legolas vuelva a cantar-se quejó Aragorn.
-Está bien, mi lord. Quedaros ahí, yo iré a descansar. Alassëa lómë (Buenas noches)-lo besó y se fue.

Adentro.

-¿Qué pasa, Ireth?-preguntó Legolas.
-¿Qué pasa? Nada, que el dúnadan se ha vuelto loco. Me ha traído a rastras hasta símen (aquí) para hablar con vosotros dos-dije.
-Bueno, hablemos-dijo Cirnellë.
-Si, hagámoslo de una vez-completó Legolas.
-No hay nada de que hablar-dije.
-Si lo hay, hermana. Yo no estoy enamorada de Legolas; estoy enamorada de Lenwë. Tanto como Legolas lo está de ti-dijo Cirnellë.
-¡Lenwë, Lenwë! Estoy cansada de oír ese nombre. Basta de ilqua (todo) esto, por favor-grité.
-No te exaltes, Ireth. Veréis a Lenwë y os daréis cuenta cuan equivocada estáis-replicó Cirnellë.

Legolas nos miraba desde donde estaba sentado.

-Decidle algo, Legolas-pidió Cirnellë.
-No puedo, la miro actuar así y me dan escalofríos-dijo él.
-Bien, no digáis nada, elfo obstinado. En realidad no hay nada que quiera hablar con vos. Y, Cirnellë, hermana mía, vos sois importante para mí. Te amo y siempre estaré con vos-dije-Sí (Ahora) cumplido con la orden del dúnadan, voy a retirarme-concluí.
-¡Esperad! Haré está pregunta por última vez, ¿Ireth, me amáis?-preguntó Legolas.

Cirnellë miraba angustiada. Yo temía a mi propia respuesta. Mi hermana sabía que ese no había sido buen momento para preguntar.

-¡No!-le contesté por fin-Y no me busquéis más-le pedí a Legolas.
-No os preocupéis, no lo haré. podéis estar segura que el elfo testa..., obstinado no os molestará más-dijo finalmente.

Salí de ahí. Aragorn estaba allí. La herida me dolió profundamente y me doblé.

-¿Estáis bien?-preguntó Aragorn.
-Ésta maldita herida, que a veces duele-dije restándole importancia.
-¿Habéis arreglado las cosas?-preguntó Aragorn.
-Sí, todo estará bien sí (ahora)-dije.

Aragorn me acompañó a mi alcoba. Recargada en su hombro, entré. Yo sólo pensaba en el regreso del mago. Necesitaba tomar una decisión, después de hablar con él. Los eorlingas llegarían pronto. Faltaba un enquië (semana) para la boda. Debía ponerme superficial y buscar ese colla (vestido) que Gandalf me había recomendado. Después de todo, sería madrina y acompañante de Éomer, aquel que me alejó en primera instancia del Úlairi.



Capítulo XIV El vestido más desesperante

Salí de la habitación con cara de pocos amigos. No había descansado nada y se notaba en mi rostro. Cuando salí del palacio decidida a buscar el vestido para la boda, Cirnellë y Frodo estaban sentados mirando hacia la cascada y charlando.

-¡Buenos días, vosotros dos!-dije.
-Buenos días-contestaron a coro.
-¿Qué hacéis despierta a estas horas?-preguntó Cirnellë.
-Nada, no he podido dormir pensando en el colla (vestido) que debo usar para la yulmë (fiesta)-le dije.
-Ajá, ya sé quien os lo ha pedido-aventuró Frodo.
-¿Por qué no os dejamos de charla y vienen conmigo a elegir el famoso colla (vestido)?
-Me encantaría-dijo mi hermana.
-Y a mí, siempre puedo deciros si es lindo o no-bromeó Frodo; le pasé el brazo por el hombreo y emprendimos camino.

La mañana transcurría y yo me probaba un atuendo tras otro. Frodo no ayudaba mucho, negándose a elegir y diciendo que en todos me veía hermosa. Cirnellë hacía su mejor esfuerzo para no explotar.

-Ese es precioso-dijo Cinerllë.
-Sí, lo es. Pero no creo que a Éomer le guste-dijo Frodo.
-No ayudáis mucho, Frodo. Pero, ¿qué os parece a vos, Ireth?-preguntó Cirnellë.
-¿Rosa? Lo odio, demasiado cursi-dije.

Frodo se rió y miró a Cirnellë que empezaba a poner cara de fastidio.

-Muy bien Frodo, esto es lo que haremos. El próximo colla (vestido) que Ireth  nos muestre, diremos que es perfecto...-dijo Cirnellë.
-Pero...-iba a decir Frodo.
-Pero nada, llevamos toda la mañana aquí. ¿Habéis entendido?-preguntó Cirnellë.
-Está bien-aceptó él.

Salí con un colla (vestido) rojo oscuro, si bien era lindo, me hacía más pálida. Cirnellë y Frodo, olvidándose de su promesa dijeron que no, inmediatamente.

-¿No os gusta? Lo siento, nin (a mí) sí-concluí.

Salimos de la tienda con el vestido que elegí; Cirnellë y Frodo estaban desencantados con él, pero alegres de salir de ahí. Cuando volvimos al palacio, los eorlingas habían llegado. No eran más de veinte. Reconocí enseguida a Éomer, aunque no le había visto, Sam me lo había descrito muy bien. Fui a agradecerle. No sin antes darles las gracias a mi hermana y a Frodo.

-Bienvenido seáis, Éomer-dije.
-Os agradezco mucho. Dichosos los ojos que os ven en tan buen estado-dijo Éomer.
-Sois muy amable. Escuchadme, no tuve tiempo de agradeceros por haberme ayudado en la colina de Amon Dîn...-dije.
-No os preocupéis, hice lo propio-dijo él.

Charlamos durante un rato, hasta que vi venir a Legolas hacia nosotros. Me disculpé y me alejé despacio. En el fondo deseaba que Legolas viniera a mí, pero no lo hizo. Había olvidado casi la promesa que me hizo la noche anterior. Cirnellë se les unió y conversaban animadamente.

-¿Habéis tenido un buen viaje?-preguntó Legolas.
-Muy tranquilo-contestó Éomer.
-Así qué seréis el acompañante de mi hermana en la boda-interrumpió Cirnellë.
-Estáis en lo correcto y será un honor conducir de mi brazo a tan hermosa dama-dijo Éomer orgulloso.

Legolas no lo sabía, la noticia no le agradó en absoluto.

-Espero que logréis soportarla-dijo enojado y se fue.
-¿Qué le pasa?-preguntó Éomer sorprendido.
-Nada, están todos muy estresados estos días-le restó importancia Cirnellë.



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