La última integrante

25 de Enero de 2006, a las 19:28 - Marah
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II

Llega el momento del nacimiento de la niña y le ponen de nombre Marah, quien era la primera medio elfo nacida en Lórien. El nacimiento de Marah es avistado por Gandalf quien se alegra que haya nacido entre elfos y no entre las amazonas. Marah había nacido con el don de la clarividencia, la premonición y de la comunicación con los animales, cosa extraña entre las mismas valquirias, el de gozar de esos dones juntos, pero como ella era hija de un elfo, era de esperarse aquel poder.

A pesar que la vida dentro del Bosque de Lórien era tranquila y pacífica, en sus afueras aún rondaban los orcos y Haldir como guardia y protector de Lórien se encargaba de mantenerlos alejados de los páramos del Bosque Dorado. Marah como buena hija de una guerrera valquiria, desde niña pasaba mucho tiempo imitando a su padre y a los demás elfos, donde aprendió el uso del arco y la flecha, dicho sea de paso que su mejor maestro fue su propia madre. Marah vivió feliz en aquel paraíso de los elfos de Lórien, pues nunca se había visto padres tan amorosos como Haldir y Nayru. Hasta Galadriel se había encariñado con la pequeña Marah, pues vio en ella muchos dones que poco a poco sabía que iba a brotar. A Marah le gustaba mucho jugar y adornarse con unas flores amarillas con forma de estrella muy hermosas, que crecían solo en Lórien que se llamaban Elanor, éstas poseían un exquisito perfume, y la casa donde vivían siempre tenía ese aroma, hasta su padre de cariño en vez de decirle Marah le decía Elanor de vez en cuando. Marah crecía en belleza y en conocimiento por parte de sus padres quienes le enseñaron todo de ambas razas. Y ella por ser una medio elfo, de padre elfo y madre mortal descendiente de una Maia, según el edicto de Manwë, Marah pudo elegir a cual de los destinos iba a elegir y escogió el de los elfos ya que la vida en Lórien era lo único que conocía y amaba.

Durante la niñez de Marah, Galadriel tuvo una visión y mandó a llamar a Haldir. Haldir se presenta antes los Señores de Lórien y ahí nota a Galadriel preocupada por él.
- ¿Mi señora que sucede? –pregunta muy inquietado Haldir.
- Haldir, eres el más querido de los elfos de este Bosque, y lo que le pase a tu familia nos preocupa a nosotros también-responde con dulzura Galadriel.
- ¿Algo le va a pasar a mi esposa?... –pregunta inquietado Haldir.
- Nayru tarde o temprano cumplirá el destino de los hombres y tu muy bien lo sabes, sufrirás mucho... pero eso no es lo que me preocupa.... –responde Galadriel con su dulce voz.
- ¿Es Marah?.. –pregunta un tanto asustado Haldir.
- Tu sabes que las fronteras de Lórien están protegidas por nuestra magia... pero afuera del Bosque es muy diferente. –le dice Celeborn.
- Debes evitar que tu hija salga de Lórien. -contesta a su vez Galadriel- Afuera conocerá el miedo, la ira, el dolor y el sufrimiento ... acá estará a salvo de eso. Al final de los tiempos lo único que te va a quedar es tu hija. Ella escogió nuestro destino por lo tanto marchará a Valinor con nosotros.... pero no permitas que salga, así tu también te evitarás sufrir por mucho tiempo, amigo mío...
Haldir se quedó estupefacto ante las palabras de la Dama Galadriel. Agradeció y se retiró a su casa. Ahí se encontró con su esposa y ella lo notó preocupado. Pero él para evitar cualquier dolor a Nayru, pues la amaba demasiado, solo le dijo que los orcos se habían acercado mucho a las fronteras, y era necesario redoblar la vigilancia. Pero que no se preocupara pues las fronteras están muy bien custodiadas.

Pasaron cincuenta años y Marah al fin se convirtió en una joven de porte majestuoso y una belleza cautivadora, muy parecido al de su madre y con los ojos de su padre, pero lo que mas llamaba la atención era la combinación de cabellos de ambos pues su madre tenía el cabello rojizo y su padre dorado como el sol, y Marah tenían ambas tonalidades, cosa que marcaba la diferencia entre las elfos de Lothlórien. Durante aquel tiempo Gandalf visitó algunas veces Lórien para entrevistarse con Galadriel y Celeborn. Cada vez que Gandalf iba a Lothlórien, Marah sentía su presencia y siempre lo buscaba. En algunas de esas oportunidades Gandalf enseñaba a Marah a focalizar y sacar parte de su poder, ahí se dio cuenta que Marah tenía los dones que tenía la misma Valkyria. Pero Gandalf no quiso que Marah practicara mucho el don de la clarividencia ni la premonición, pues el tiempo que se avecinaba no era de buen pronóstico y lo último que quería era que la joven viera las atrocidades del mundo de la Tierra Media hasta que esté preparada. Lo que sí practicó mucho y lo tenía latente era el don de la comunicación con los animales. Y esto le ayudó en el momento que aprendió a cabalgar y fue con Sombragris el meara, amigo y compañero de Gandalf con quien Marah aprendió ese arte. Tanto se encariñaba Marah cuando llegaba Sombragris que en ocasiones le causó algunos dolores de cabeza a su padre cuando se desaparecía cabalgando por los alrededores del Bosque de Lórien hasta por días seguidos. Haldir al ver la pasión que tenía su hija con los caballos, le cedía cada vez que quisiera su caballo que era descendiente de los mearas llamado Epona. Marah disfrutaba mucho salir a pasear por los alrededores de Lórien y hasta a veces llegaba al norte del Bosque de Fangorn, pero siempre se mantenía alejada por orden de su padre. Aunque ella siempre tuvo interés de conocer más allá de las fronteras que se le tenía permitido.

Un día Marah le pidió a su padre que la aceptara en el regimiento de los guardias y centinelas de Lórien, pues el espíritu guerrero la llamaba a esas actividades. Haldir aceptó inmediatamente, pues el sabía que todos los centinelas no podían salir del Bosque de Lórien ya que su deber era proteger las fronteras; y dentro de éste, ellos estaban seguros. Y así de esta manera Marah ingresó al regimiento, pero su padre siempre la colocaba en puestos seguros donde a la mayoría de los enemigos les era difícil el acceso. Dado que no había mucho movimiento, Marah se entretenía practicando el arte de la equitación y el uso del arco y flecha el cual entraba en torneos y competencias con sus compañeros elfos.

Pasaron muchos años más, y Nayru sintió que la vida se le pasaba aunque seguía siendo bella a pesar de su edad, pero aún anhelaba el perdón de su madre, así que habló con su esposo y le pidió que cuidara de Marah mientras ella iba por última vez a pedir a su madre que le perdonara por haberla abandonado y que ya tenía a su hija sana y salva en Lothlórien con su padre y que no estaba arrepentida de lo pasado, pero le pidió que no le dijera nada a Marah, ya que si se enteraba, seguro querría ir con ella y Nayru no quería que su madre la despreciara frente a ella, mas aún si su intención era ya no regresar a Lórien, pues su corazón le decía que era mejor dejar a su hija al lado de su padre ya que Nayru pensaba pasar los últimos momentos de vida de su madre con ella. Además tanto ella amaba a Haldir que no quería morir delante de él. La despedida de Nayru y Haldir fue muy dura para ambos, pues en sus corazones sabían que nunca más se iban a volver a ver, pero él sabía que ella debía de partir. Así que Nayru partió seguida de unos elfos que la vigilaron hasta que llegó a salvo a las Montañas Blancas, el hogar de las amazonas.

Nayru entra al bosque y es inmediatamente conducida ante la presencia de Yana, hija de Ninna, quien era ahora reina de las amazonas, Ninna ya avanzada de edad quien se encontraba presente reconoce a su prima y la recibe con mucha alegría, pero tristemente le dice que su madre Ariah había fallecido y que Docié se encontraba enferma en su lecho y que durante los últimos meses había estado rogando a Eru que le permitiera volver a ver a su hija. Nayru llega y ve a su madre moribunda quien la recibe con lágrimas en los ojos y frente a toda la tribu amazona pide perdón y reconoce a Marah como su nieta y parte de su pueblo. Docié queda al cuidado de su hija hasta que la vida se va de ella. Luego de los funerales, Ninna le pide a Nayru que se quede con ella pues durante los últimos tiempos los orcos habían estado atacando al pueblo amazona y se preparaban para otro ataque, así que Nayru se quedó con su pueblo, y aunque tenía muchos años encima, por ser descendiente de un dúnadan y una valquiria, no perdía fácilmente su lozanía y menos perdió el vigor ni la destreza de la batalla.

Marah al saber que su madre había ido con las amazonas quiso seguirla, pero Haldir recordando la advertencia de Galadriel, le dijo que su madre iba a pasar un tiempo con su abuela Docié y luego regresaba. Pasaron más de veinte años y Nayru nunca regresó. Cabe decir que Marah perdía fácilmente la noción del tiempo en Lórien pues todos los días los veía iguales unos a otros.

Una noche Marah tuvo una pesadilla, vio que su madre caía lentamente con una herida abierta en el pecho, y se despertó asustada y con un mal presentimiento. Ella no pudo dormir toda la noche pensando en aquel terrible presagio. A la mañana siguiente salió en busca de su padre, a quien lo encontró en la Guardia junto a algunos arqueros. Ella llega un tanto asustada y muy preocupada, su padre nota el desconcierto de su hija.
- ¡Marah! ... ¿Qué sucede? –pregunta intrigado su padre al verla en aquel estado a su hija.
- Necesito hablar contigo... es sobre mamá... –responde Marah muy preocupada.
Haldir presiente que algo malo sucede y se aleja a un costado con su hija. Marah le cuenta su sueño, mientras que Haldir siente un dolor en el pecho.
- Padre.. necesito ir a buscarla –le dice Marah- Sé que mi madre está en grave peligro.. y tengo que ir con ella.
Haldir escucha la petición de su hija y le niega la partida, pues sabe perfectamente que si Marah sale fuera de Lórien se cumpliría todo lo predicho por Galadriel, además ese era el destino de Nayru, y que la decisión de no regresar a Lórien también había sido de ella. Marah no puede creer que su padre le prohíba ir a buscar a su madre.
- No puedo creer que no me dejes ir con mi madre... –responde Marah con indignación.
- Elanor escucha ... –dice Haldir mientras intenta calmarla- ... ese es el destino de Nayru....
- ¡Es mi madre!!! –le increpa Marah- ¡Y no lo acepto!!
- Marah... –responde Haldir- si sales de Lórien vas a sufrir mucho... y...
- ¡No me interesa!! –le responde Marah- Por lo visto ella no te importa y mucho menos lo que sienta yo....
Marah se da la media vuelta muy indignada dejando a su padre con la palabra en la boca. Haldir va tras ella y la abraza mientras Marah llora de impotencia. Haldir intenta calmarla y reitera su negación de dejarla salir de Lórien. Marah se calma mientras maquina algo en su cabeza.

Haldir deja a Marah en su casa y la acuesta para que descanse y acepte lo inevitable ya que Nayru había aceptado su destino de morir lejos de los seres que mas amaba para no verlos sufrir. Marah se queda en su cama fingiendo dormir. Haldir le da un beso en la frente y se aleja seguido de sus dos centinelas que lo esperaban fuera de la casa, pues había que guardar la parte norte de Lórien.

Marah una vez sola, espera a que se aleje su padre y busca debajo de su cama, el arco, el carcaj lleno de flechas que le había regalado su padre cuando entró al regimiento de los elfos. Y sin que nadie la vea se escabulle a las caballerizas de los elfos y se lleva a Epona, el caballo de su padre. Marah cabalga por entre el Bosque y sale por el sur de éste y se va a las Montañas Blancas en busca de su madre, toma el paso de Rohan hasta llegar a Eriador donde esta el pueblo amazona.

Al fin llega a las Montañas Blancas y se adentró en lo profundo del Bosque, va cabalgando rápidamente mientras se dejaba guiar por sus sentidos, hasta que al fin llega al pie de la montaña, donde se encontraba el dominio amazona y vio que la tribu estaba casi destruida, se notaba que había acontecido alguna batalla hacía muy poco tiempo. Ahí encontró a la reina Mista, hija de Yana, pues Ninna su madre ya había fallecido hace como veinte años atrás por su avanzada edad, inmediatamente las guerreras apresaron a Marah pues era una extraña ante ellas, en especial si vestía como una doncella elfo, aunque su porte y tipo era de una guerrera. Yana reconoció a Marah por el parecido que tenía con Nayru, y se la lleva donde estaba su madre moribunda herida por un profundo corte en el pecho por parte del orco que dirigía la batalla, aunque lograron repelerlos a todos, también las amazonas tuvieron muchas pérdidas.

Marah ingresa a la cámara donde estaba su madre quien inmediatamente la reconoce y se le llenan los ojos de lágrimas al ver a su hija.
- ¡Madre! ... –exclama Marah al ver a Nayru desangrándose y la abraza.
- Sabía que te volvería... a ver.... otra vez... mi pequeña Elanor... –responde su madre con un hilo de voz.
- Madre acá estoy... vas a estar bien.. te va a recuperar, vas a ver.. –le dice Marah mientras gruesas lágrimas corren por su rostro.
- Toma esto, mi niña... guárdalo... –replica con una dulce voz Nayru mientras se quita el colgante y se lo entrega a Marah- Esto me lo dio la dama Galadriel cuando me casé con tu padre.
 Por qué no te quedaste en casa con nosotros mamá... –le dice Marah con un hilo de voz.
- Marah.. cada uno de nosotros debe cumplir un destino ... y el mío era de morir acá con mi gente... no quería que ustedes sufrieran mi partida de esta manera.... –responde Nayru mientras sostenía la mano de su hija.
- No mamá.. no digas eso... –contesta Marah mientras sus ojos son bañados en lágrimas. 
- Te amo hija mía.... y dile a tu padre que lo amo.... y lo seguiré amando hasta la eternidad... –le dice Nayru con un último suspiro y muere
Marah se queda paralizada al ver a su madre muerta en sus brazos, pero ella no quiere aceptar su partida.
- ¿Madre?.... –replica Marah mientras intenta reanimarla- ¿Mamá? ....  ¿Mamá? ..
En eso reacciona y grita con todas sus fuerzas.
- Mamá, nooooooo!!!!!!!!!!!!!!!.... –grita Marah mientras la abraza con todas sus fuerzas.
Yana se acerca Marah e intenta calmarla pero Marah en un arranque de dolor, sale corriendo de la recámara. Hasta que al final llega a un acantilado y con todo el rencor y la impotencia del mundo grita el nombre de su padre maldiciéndolo por no haberla dejado ir a buscar a su madre cuando ella se lo pidió, sabiendo que su madre estaba en grave peligro, pudiendo de esta manera evitar aquella desgracia. Marah lloró muchísimo y sintió que su corazón se endurecía por el dolor y la rabia, culpándose ella misma también por su dejadez y por haber echo caso a su padre cuando le dijo que se quedara en Lórien. De esta manera Marah se volvió dura, impasible y sin sentimientos, su rostro a pesar de ser muy hermoso, mostraba cierta dureza y su mirada se volvió fría y penetrante.

En Lothlórien, Galadriel sintió el dolor y el rencor de Marah, quien se puso muy triste al escuchar las maldiciones lanzadas por Marah hacia su propio padre. Haldir por su lado estaba muy preocupado por la desaparición de su hija y había mandado a sus centinelas buscarla por los alrededores del Bosque pero ninguno la encontraba. De repente Haldir tiene un mal presentimiento y siente como si le hubieran clavado un puñal en el corazón y cae de rodillas, sus guardias lo ven en aquel estado, pues estaba muy pálido e inmediatamente lo auxilian, el reacciona, pero siente un gran vacío en el corazón, así que teme lo peor y va hacia Caras Galadhon donde Celeborn y Galadriel le cuentan con mucha pena lo que dijo su hija en la tierra de las amazonas. Haldir siente que se le rompe el corazón al afirmarse la noticia de la muerte de su esposa y peor aún del resentimiento que crece en el corazón de su hija hacia él.

Marah decide permanecer en las Montañas Blancas con su gente, pues muy a pesar de ser una medio elfo, también es una guerrera valquiria y como Mista ya sabía de todo lo pasado por lo que le había comentado su madre, acepta a Marah como una hermana más, y es nombrada capitana de la guardia amazona, ahí Marah se encarga de adiestrar a las guerreras para resistir a los ataques y todo el resentimiento que guardaba en su corazón le ayudó a luchar con más fiereza y a sembrar dureza en los corazones de las amazonas, quienes comenzaron a salir a conquistar nuevas tierras en los alrededores de las Montañas Blancas para su dominio bajo el poder de Marah quien se volvió mas fuerte y poderosa, con el corazón de piedra, y gracias a ello su pueblo llegó a sobrevivir por mucho tiempo. Cada vez que las guerreras salían en comitivas, por orden de Marah iban encapuchadas y cuando algún hombre u otro ser las veía pasar solo llegaba a distinguir un séquito de jinetes encapuchados. Eso les sirvió de disfraz en muchas oportunidades. De esta manera pasaban por los territorios de Rohan, Gondor y la parte sur de Eriador, sin ser reconocidas y menos acechadas. A pesar de ser Marah la que comandaba el ejército amazona, siempre iba de incógnita, pues no quería llamar mucho la atención de su propia persona ante el resto de la Tierra Media.



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