Historia de la Dama Blanca

22 de Mayo de 2003, a las 00:00 - Elanta
Relatos Tolkien - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]Meneame

10. Caras Sirion




Aelin-uial, las Lagunas del Crepúsculo, eran una superficie helada y carente de vida. La desaparición de la magia de Melian había destruido la belleza del lugar.

- ¿Cuánto crees que tardaremos? – inquirió Celeborn.

Galadriel examinaba uno de los mapas que su hermano Finrod había dibujado durante sus constantes vagabundeos.

- Tres semanas – estimó ella - Recuerda que llevamos heridos y no debemos forzar la marcha -.

- No tenemos prisa, las lembas serán más que suficiente como alimento y viajando junto al río el agua no es problema, mientras no nos caiga una tormenta de nieve estaremos bien -.

- ¿Dónde está Thranduil?, no le he visto desde anoche -.

- Se ha ofrecido como explorador, dijo que podría haber alguna patrulla de noldor u orcos pululando por los alrededores – explicó el sinda - Eso de tener el brazo inservible durante un tiempo está martirizando su amor propio -.

- Igual que tú, con ese tajo en el costado deberías ir tumbado en una de las carretas en lugar de machacar tu cuerpo montando a caballo – le reprendió su esposa.

Prosiguieron la marcha con los caballos al paso. Fue al abandonar la protección del Bosque de Region, cuando la vista élfica de Galadriel se apercibió de algo que venía volando hacia ellos.

En cuestión de minutos la mancha oscura del cielo se convirtió en una gigantesca águila, tal era su envergadura que hubiese podido portar cómodamente a tres elfos. La dama de los noldorin sonrió al reconocer al ave, a la que no había vuelto a ver desde que partiese de Valinor. Espoleó a Alqua y bajó a galope tendido la colina hasta llegar a las rocas sobre las que se había posado el águila.

- Aiya Sorontar, rey de las cohortes de Crissaegrim y servidor de Manwë -.

- Aiya Altáriel, hija de Finarfin el Bienamado y señor de los Noldor de Tirion – la voz de la majestuosa ave resonó profunda en la mente del Galadriel.

- ¿Qué os ha traido hasta las tierras de Doriath? -.

- Mi misión es la de un guardián, vigilo aquello que acontece en Endor para comunicárselo a mi señor Manwë; mis compañeros informaron de la caída de Doriath y decidí investigar lo sucedido -.

- ¿Los Valar aún se preocupan por nosotros? – preguntó la dama, sin poder o querer evitar el tono esperanzado.

- Al menos en parte. En su día se os dijo a los Noldor que Valinor estaría cercado, ningún ser de Tierra Media podría atravesar los laberintos mágicos que conducen a Occidente, sin embargo los terribles actos de Morgoth y la desesperación que domina a Humanos y Elfos es conocida en el Reino Bendecido; los Valar han dicho que sólo cederán y vendrán a Endor a ayudaros si alguien se presenta en Taniquetil y pide perdón en nombre de los Dos Linajes, Edain y Quendi – explicó Sorontar.

- Es absurdo, si no podemos llegar hasta Valinor ¿cómo podremos pedir el perdón? -.

- No lo sé, princesa, pero los Valar están inquietos, algo ocurrirá pronto en estas tierras – el águila pareció dudar un instante antes de añadir – Ulmo, señor de las profundidades marinas, se acercó a las costas de Vinyamar el año de la destrucción de Nargothrond, allí le habló a un humano llamado Tuor y le encomendó ir a Gondolin y decirle al rey Turgon que abandonara la Ciudad de los Siete Nombres con su Pueblo; el muchacho obedeció pero Turgon no le ha prestado atención, aunque le tiene en gran estima y le ha permitido casarse con su hija, Idril Celebrindal -.

- Extraño es en verdad esto que me cuentas, buen amigo – Galadriel se inclinó respetuosa – Gracias por la información, a cambio te diré que los hijos de Fëanor son los culpables de la caida de Doriath y que los Sindar se reúnen en Arvernien, junto al mar, frente a la Isla de Balar -.

- Mi gratitud, princesa – el ave imitó el gesto de la elfa – Ahora he de marcharme, namarië -.

- Namarië, que los vientos os sean propicios -.

Sorontar agitó sus poderosas alas, ocasionando un breve vendaval, y alzó el vuelo con un chillido que hendió la nublada mañana.

- Era Sorontar, rey de las águilas de Manwë, al que vosotros llamáis Thorondor – le explicó Galadriel a sus compañeros de viaje – Al parecer los Valar empiezan a encontrar irritante la actitud de su hermano renegado, si un humano o un elfo consigue llegar hasta Valinor y disculparse la ira de los Señores de Occidente caerá sobre Morgoth -.

- No es por ser criticón, pero no son un poco caprichosos y engreídos esos Valar – apuntó Thranduil.

- Sólo has de coger los peores defectos y las más sublimes virtudes que los elfos poseemos y multiplicarlas hasta el infinito, eso se aproxima bastante a lo que es un Vala – afirmó la dama – Y, sí, son insoportables, sufren de un terrible complejo de paternalismo que les impulsó a convertir Valinor en una especie de parvulario para todas las razas; el problema es que los Noldor nos sublevamos antes del despertar de los humanos y les estropeamos los planes -.

Celeborn la miraba escandalizado y Thranduil se desternillaba de la risa.

- Si no fuera por el Juramento y la Matanza de Aqualondë, creo que esto sólo habría sido una enorme travesura – suspiró ella.



Casi cuatro semanas después de abandonar Doriath, fue cuando avistaron el mar, azul oscuro ribeteado por la plata de la espuma iluminada por el sol. Junto a la desembocadura del Sirion, en una zona de suaves colinas próximas a la playa, se levantaba una población de casas blancas, jardines y caminos adoquinados. Por un amplio camino se llegaba a la costa y al puerto, un intrincado complejo de muelles y viviendas con hermosos navíos blancos de los más variados tamaños amarrados.

El sonido de unas campanas dio la bienvenida a los viajeros y avisó a los habitantes de la ciudad y el puerto de la llegada de sus familiares y amigos.

Galadriel retuvo a Alqua, deseaba contemplar Caras Sirion antes de enfrentarse a las agotadoras jornadas para reorganizar a la población procedente de Doriath. Sonrió al ver el reencuentro entre Thranduil y Eirien. Ella se arrojó a sus brazos y los dos acabaron en el suelo, sus carcajadas uniéndose a la alegría general.

- Nuestro nuevo hogar – musitó Celeborn.

- Se parece tanto a Aqualondë que da miedo –.

Galadriel sentía que había una visión rondándola pero no conseguía atraparla, agitó la cabeza para quitarse esa desagradable sensación e hizo avanzar a su palafrén.

La gente les recibió alborozada.

Nada más desmontar alguien se abalanzó a abrazarla. La dama reconoció enseguida a la muchacha de negro cabello que se había asido a ella como si le fuese la vida en ello.

- Elwing, me alegro de ver que os encontráis a salvo -.

- Mae govannen, dama Galadriel, ¿y mi familia? -.

- Lo siento, alteza, ahora vos sois la reina de la gente de Doriath -.

La chiquilla escondió su rostro en el regazo de su mentora y se echó a llorar.

- Elwing, debéis ser fuerte, vuestros amigos estaremos aquí para aconsejaros y ayudaros pero vuestra es la responsabilidad de gobernar -.

- Sí... entiendo –. Intentó limpiar sus mejillas y contener las lagrimas.

- Muy bien, ahora vamos a vuestra casa, hará las veces de centro de gobierno – Galadriel sonrió, reconfortante – Debéis indicarle a cada familia cual es su hogar -.

- Eirien y yo nos ocupamos de eso nada más llegar – respondió Elwing – Sabía que no podía esperar a que llegarais para solucionarlo -.

- Buen trabajo, tarinya -.

- Y... será mejor que entremos en la casa para que os muestre una cosa -.

Celeborn se encargó de organizar a los refugiados que traían consigo, mientras Galadriel acompañaba a la joven reina.

- ¿Qué deseabais mostrarme? – interrogó la noldo, una vez sentada en una fresca salita de sencillo mobiliario.

Elwing se desató las cintas que sujetaban su vestido y dejó al descubierto su cuello, allí brillaba el Nauglamír con el Silmaril convirtiendo la belleza de la muchacha en algo mágico y cuasi divino. Galadriel sintió como si la hubiesen propinado un puñetazo en mitad del estómago.

- Mi padre me lo entregó nada más empezar el ataque, luego pasaron tantas cosas que me olvidé hasta de que lo llevaba puesto -.

- ¿Sabe alguien más que lo tienes? -.

- Sólo Eirien, ella me dijo que hice bien al ocultarlo porque, si se supiera su localización, los hijos de Fëanor nos perseguirían -.

- Nunca se lo muestres a nadie, ¿entendido? -.

- A nadie – prometió Elwing.

- Vamos fuera, como reina te espera un arduo trabajo -.



En pocos días la tranquilidad se asentó en Caras Sirion. El recuerdo de la guerra tardaría en mitigarse, pero aquel pequeño paraíso atenuaría el dolor por la patria y los amigos perdidos.

Los sindar habían dejado atrás la mayor parte de sus riquezas, así que habían adoptado una forma de vida más humilde y ello se reflejaba en el vestir. Imitando las costumbres de los teleri que vivían junto al puerto, Galadriel mudó su mágica túnica blanca por un sencillo vestido de algodón con sandalias anudadas hasta la rodilla.

Liberada de preocupaciones inmediatas, se alejó de la ciudad dando un paseo. El sol de atardecer arrancaba destellos dorados y anaranjados a la arena y las olas, mientras el aire se empeñaba en desordenarle el cabello. Sin embargo la noldo veía otra playa, un lugar anclado en su memoria; arenas plateadas plagadas de conchas y piedras preciosas, un mar límpido surcado por peces multicolores jugando entre los corales, los árboles agitados por la brisa marina difuminando las luces de Telperion y Laurelin, los Árboles del Sol y la Luna. Entonces se hizo la oscuridad, el brillo diamantino de la orilla se tiñó de rojo.

El sonido de las campanas la sacó de sus ensoñaciones. Una escuadra de navíos con proa en forma de cisne arribaban al Puerto de Sirion, Galadriel reconoció la bandera con el escudo del Señor de las Falas a la luz de la luna y las antorchas.

- Por fin han venido – dijo dirigiéndose al muelle.

Manteniéndose oculta en la oscuridad, Galadriel observó como desembarcaban los visitantes. Eran los habitantes de Isla de Balar, que vivieron en las Falas antes de la Cuarta Guerra, y con ellos venía Círdan, Señor de los Teleri de Endor. La comitiva fue recibida como correspondía a tan insigne personaje, y se les condujo a presencia de la reina Elwing.

En el séquito hubo alguien que se detuvo en la linde del camino que llevaba a Caras Sirion. Era un noldo; el cabello dorado, ceñido por un aro de plata, le tocaba los hombros cubiertos por la nívea capa, y el rostro conservaba en sus resueltos rasgos el brillo de los Eldar que llegaron de Aman aunque jamás había pisado el Reino Bendecido.

Sus ojos azules escudriñaron la playa como si buscara algo, y entonces se acercó a la dama que aún permanecía escondida en la penumbra.

- Aiya señora, ¿quién sois? – interrogó él.

- Me has sentido, al parecer posees un poder semejante al mío – Galadriel sujetó un extremo de su vestido y realizó una elegante reverencia – Mae govannen, Ereinion, hijo de Fingon; yo soy Galadriel -.

- ¿Altáriel?... oh, disculpad mi torpeza, Artanis, sabía de vuestra presencia en Caras Sirion pero no pensé que os encontraría de semejante manera – dijo el príncipe, inclinándose respetuoso ante ella.

- Soy un tanto excéntrica, lo reconozco – sonrió la dama – Dejad que Elwing se ocupe de Círdan, mientras a mí me gustaría conocer al hijo de mi primo -.

Se sentaron sobre la capa que, servicial, Ereinion extendió sobre la arena. Él habló de su vida en Dor-lómin con su padre, de cómo la guerra le obligó a huir a las Falas cuando sólo tenía veinte años, su educación bajo la tutela de Círdan y de cómo estaba reorganizando a los noldor que vagaban por Lindon.

- Si consiguiéramos hacer retroceder a los ejércitos de Morgoth, sé que podría levantarse un reino en Lindon – aseguraba con la mirada luminosa de esperanza – Y sé que sucederá... una luz se alzará en Occidente -.

Ese muchacho apenas contaba con cien años a sus espaldas, y sin embargo poseía gran poder y sabiduría obtenidos a través de sufrimiento y sacrificio.

- ¿Os quedaréis un tiempo en Caras Sirion? -.

- A mí me gustaría, no hay prisa en regresar a Balar, y sería interesante ver como conviven los elfos teleri y vuestros elfos sindar – soltó una carcajada – Esto casi parece una monarquía compartida, ¿a quién entregará los impuestos la gente? -.

- No te apresures Ereinion, la política es divertida hasta que te topas con el engorro del papeleo, y los impuestos es algo que genera mucho papeleo y quebraderos de cabeza -.

- Según he oído, os desenvolvéis mejor en el campo de batalla que en un despacho – apuntó el príncipe en son de guasa. Había cogido una gran confianza a la severa dama, su poder le mostraba matices de su personalidad que nadie más percibía.

- Siempre es más sencillo descargar una espada que gobernar, pero no hay duda de lo divertida que resulta la política -.

Galadriel tomó entonces el relevo y le habló a Eirinion de su vida en Doriath.

- Habladme de mi padre – pidió de improviso el joven príncipe – Apenas tuve tiempo de conocerle -.

- Cuando vivíamos en Tirion, recuerdo que él siempre estaba con mis hermanos Angrod y Aegnor pero su mejor amigo era Maedhros – Galadriel rodeó sus rodillas con los brazos y sonrió – Era muy impulsivo, no había nada que no se sintiera capaz de hacer, y siempre emprendía cualquier labor con un entusiasmo sorprendente. Un día Maedhros le desafió, le impuso la tarea de conseguir una copa llena de la radiación de Telperion, líquido que se recogía en una enorme vasija y era custodiado por maiar al servicio de Vaná -.

- ¿Qué hizo? -.

- Aceptar el reto, no podía ser de otra manera – ella agitó su dorada cabeza, al recordar la situación – Se acercó a los Árboles cuando brillaba Telperion y consiguió el precioso líquido, aunque por poco se queda sin mano pues, si la savia de Laurelin ardía como el fuego, la de Telperion quemaba como el hielo; Fingon ganó la apuesta pero recibió una soberana reprimenda de Vaná y trabajar un tiempo al servicio del maia Tilion -.

- ¿Qué fue del líquido? – el interés de Ereinion crecía a cada momento.

- Finrod me había llevado para que viera la hazaña de tu padre, yo sólo tenía doce años, y salve a Fingon de recibir un castigo mayor al, inocentemente, dejar caer el refulgente fluido sobre mis ropas – la sonrisa de la dama se tornó traviesa – Mi madre arregló el tejido y así obtuve la túnica más hermosa que pudiera desear; blanca como la luz de la luna y más resistente que cualquier coraza, es imposible mancharla o destruirla -.

Las historias se sucedieron, tanto por parte de Galadriel como del joven Ereinion. Cuando el sol empezó a acariciar la superficie del mar, se había fraguado una profunda amistad que sería providencial en el futuro.



- ¡Pasa!, ¡pasa! -.

- ¡Al otro lado! -.

- ¡Thranduil, cógela! -.

Thranduil saltó y atrapó la pelota, aunque una inoportuna ola por poco le ahoga en el proceso.

- No sé como pueden divertirse así – apuntó Phaire.

El verano se presentó con un calor tan inclemente como frío había sido el invierno anterior. Ese día estaba resultando insufrible para los elfos de las Desembocaduras del Sirion, sus organismos soportan muy bien las bajas temperaturas mas no ocurre lo mismo con las altas; así que la reina Elwing había decretado día libre para todo el mundo y ella se había llevado a sus amigos a la playa.

Mientras las damas mantenían un cierto recato sentadas a la sombra de los árboles, los caballeros habían cogido una pelota y se divertían jugando dentro del agua.

- Pues yo quiero ir con ellos – protestó Elwing.

- No es apropiado, mi señora – replicó Súlima.

- No será apropiado, pero estoy convencida que todas las aquí presentes se mueren por imitar a nuestra amiga Elleth -.

La exploradora sinda, no sujeta al protocolo como sus aristocráticas compañeras, se disputaba con un elfo llamado Nocthar la posesión del balón.

- Elwing, eres la reina, si deseas jugar no tienes que pedir permiso, simplemente hazlo – intervino Galadriel sin levantar la mirada del libro que tenía entre manos.

- ¡Dama Galadriel! – exclamó Súlima.

- Estoy con Galadriel – rió Eirien – Alteza, ¿me permitís acompañaros? -.

- ¡Vamos Eirien! – chilló jubilosa la joven reina.

Puesto que los vestidos resultaban un engorro en un día de playa, las elfas habían adoptado un improvisado vestuario consistente en pantalones hasta la rodilla y holgadas camisas sin mangas. Recordemos que el concepto de “bañador” no se les ha pasado por la cabeza a los habitantes de la Tierra Media.

- Dejad que se divierta – le recomendó Galadriel a Súlima y a otras tres elfas que la miraban escandalizadas – La niña lo ha pasado muy mal y carga con responsabilidades que no se corresponden con su edad, permitidla que disfrute un poco o acabará abdicando de puro aburrimiento -.

- No sería capaz -.

- Elwing no es tan dulce como parece, os aconsejo que no la pongáis a prueba... ¡bravo Elwing!, ¡ahógalos a todos! -.

- Galadriel, ese al que han atrapado es tu marido – señaló Phaire, una sonrisita socarrona iluminando su rostro - ¡Ey, príncipe, eso es trampa! -.

Ereinion había enganchado a Elleth por la camisa, permitiendo que Celeborn se hiciera con la pelota y se la arrojara a Meldon.

- Esto es injusto – dijo Elleth – Ellos juegan sin camisa, ¿de dónde se supone que vamos a agarrarlos nosotras? -.

- Échale imaginación – sonrió Eirien.

Ambas estallaron en carcajadas.

- Le tengo auténtico terror a mi esposa cuando pone esa cara – le confesó Thranduil a Celeborn.

- Chicas, tengo una idea – Elwing fue junto a sus compañeras de juego – Haced esto con la ropa, así incordia menos -.

La joven reina cogió el extremo de la camisa y lo pasó por el escote, así la convirtió en un sucedáneo de top veraniego bastante aceptable y práctico.

- Eso es una indecencia - exclamó Súlima.

- Imaginativo – disintió Galadriel e imitó el estilo – Muy imaginativo -.

- Desisto – suspiró su amiga.

- Me alegro por ti – sonrió la dama noldorin – Creo que me voy a dar un baño después de todo, ¿vienes Phaire? -.

- Sí, esas muchachas necesitan ayuda -.

Sin duda el juego se volvió de lo más interesante, por no decir que se convirtió en una auténtica batalla elfos vs elfas. Al final, con todos machacados y medio ahogados, decidieron dejarlo en empate y sentarse a comer.

- He tragado tanta agua que no sé yo si no habría algún calamar incluido – comentó Thranduil echando mano del vino.

- Cariño, estamos comiendo, así que intenta no decir nada que me revuelva el estómago – le regañó Eirien.

- Pues yo me he divertido mucho – apuntó Elwing – Pasadme la empanada -.

- Meldon suelta la fuente de la ensalada antes de que te conviertas en un conejo y reparte -.

- Lo siento Phaire, aquí tienes -.

- ¿Dónde están los tomates rellenos? -.

- En la cesta Ereinion... esa no, la otra -.

- Galadriel hay siete cestas, ¿podrías especificar a qué te refieres con “la otra”? -.

- La de las cintas rosas -.

- ¡Hay dos con cintas rosas! -.

- ¿A quién se le ocurre ponerle cintas rosas a una cesta? -.

- A mí, ¿algún problema Meldon? -.

- Ninguno, son muy bonitas – afirmó al instante el elfo mirando aprensivamente a Eirien.

- ¿Alguien quiere una brocheta? -.

- Dame una Nocthar -.

- Ereinion, ¿encuentras los tomates? -.

- No -.

- Para cuando los localice hemos terminado de comer -.

- Muy gracioso Thranduil... ¡aquí están! – exclamó triunfal el príncipe.

- Si eso es vino, ¿qué hay aquí? -.

- Es una bebida que hacen los humanos, Celeborn – explicó Ereinion – Pensé que os gustaría probarla -.

- Sabe dulce, ¿cómo se llama? -.

- Carmië, ellos lo llaman sangría; me enseñaron a hacerla durante una de las expediciones a Brithombar -.

- Déjame probarla – pidió Elwing.

- De eso ni hablar -.

- Eres una aburrida Súlima, nunca me dejas hacer nada -.

- Lleva alcohol, no tienes edad para beber -.

- ¿Y sí tengo edad para reinar?, eso es absurdo -.

- Admite que te ha pillado Súlima – rió Galadriel.

- La estáis malcriando -.

- No más de lo recomendable – la dama se encogió de hombros - Toma un poco Elwing, sólo un poco, no queremos ver a la reina borracha -.

- Como sigas metiéndote así en la cesta vas a desaparecer Thranduil, ¿se puede saber qué buscas? – inquirió Eirien.

- El arroz con marisco, juraría que estaba a la derecha del bizcocho de frutas -.

- Busca, busca, Thranduil, pero puede que te terminemos de comer antes de que encuentres el arroz -.

Thranduil le echó una mirada que prometía homicidio a Ereinion y volvió a sumergirse en la cesta. El príncipe entonces les enseñó a los demás la bandeja con el arroz y volvió a camuflarla a sus espaldas, provocando un estallido de risas generalizado.

- Tengo el presentimiento, por no decir certeza, de haberme convertido en el centro del chiste -.

- No te enfades cariño – rió Eirien.

- ¡Tú! -.

- ¿Yo? – Ereinion miró a Thranduil, fracasando estrepitosamente en su intento por parecer inocente y angelical.

- Dame mi arroz -.

- ¿Y si no lo hago? -.

- Que dará igual que seas un príncipe -.

- Se están peleando por un plato con arroz salpicado con bichos marinos – afirmó Phaire completamente seria - ¿Alguien sabe qué lleva esa sangría?, creo que afecta al cerebro -.

- Eirinion dale el arroz a Thranduil, y luego los dos me buscáis la tarta de moras porque no recuerdo dónde la he puesto – ordenó Galadriel.

Los dos elfos miraron a la dama, luego a las siete cestas y de nuevo a la dama.

- Antes me enfrento a un balrog – aseveró el esposo de Eirien.

- Apoyo a mi compañero -.

- ¿En serio? -.

Cinco segundos después el noldo y el sinda registraban las cestas con gran entusiasmo.

- Me reitero en mi opinión, si te lo propusieras detendrías el sol – comentó Celeborn.

- Lo sé, pero los Valar podrían enfadarse si les estropeo el sistema de iluminación y tú no viste como se pusieron la última vez que pasó eso -.

- No tienes remedio -.

- Y por eso me quieres tanto – dijo alegremente la dama.

- Galadriel, ¿cuánto tiempo nos vas a tener buscando ese inexistente pastel de moras? -.

- Un rato más, paciencia Thranduil -.

- Ya que estáis, sacad otra fuente de ensalada -.

- Tú tienes un problema muy serio con la lechuga, Meldon -.

- Yo no he protestado cuando te has ventilado tú solita los boquerones en vinagre, Phaire -.

La sanadora enrojeció, abochornada.

- ¿Qué hay de postre? – inquirió Súlima.

- Pastel de frutas, bollo de almendras y pasas al ron, macedonia, y algún dulce más – resumió Elleth.

- Os habéis pasado al traer tanta comida – opinó Nocthar.

- Pues no hay perspectivas de que vaya a sobrar algo – observó Celeborn.

- Chicos, podéis dejar las cestas y tomar el postre con los demás -.

- Gracias por tu condescendencia, oh grandiosa dama blanca de los Noldor -.

- ¿Tanto has disfrutado con la búsqueda que quieres repetir, Ereinion? -.

- Socorro – gimió él.

Todos se echaron a reír.

Tras la opípara comida, el grupo se quedó descansando a la sombra de los árboles y más de uno cayó en brazos de Irmo. (Vala equivalente al dios Morfeo).

- Me gusta vivir aquí – le aseguraba Galadriel a Ereinion – Creo que es la primera vez que me siento tan feliz y en paz desde que estalló la Dagor Bragollach -.

- La felicidad no será completa mientras tengamos los ejércitos de Morgoth pegados al cogote -.

- Él escapa a nuestras capacidades – la dama acarició dulcemente el cabello plateado su esposo, dormido sobre su regazo - La única esperanza que nos queda es que alguien consiga llegar a Taniquetil y le presente unas sinceras disculpas a los Valar, sólo ellos pueden detener a Morgoth y, ojalá, esta vez le encierren para siempre -.

- Mejor sería que lo destruyesen –.

- No pueden porque es imposible destruir a un Vala, es algo que no llego a comprender pero creo que tiene que ver con la creación de Arda – sonrió adormilada – Olvida aquello que no está en tus manos solucionar y descansa, pues vendrá un tiempo en que apenas podrás cerrar los ojos -.

Como si las palabras de Galadriel hubiesen sido un hechizo, el sueño se apoderó de Ereinion.



Los días, meses y años se sucedieron rápidos en Caras Sirion. Los Sindar se adaptaron a su nueva vida con facilidad y entusiasmo; ayudaban a los teleri en la construcción de nuevos barcos, salían con ellos a pescar y a combatir a los ejércitos del Norte, cultivaban los campos de los alrededores. Las preocupaciones eran mínimas, así Elwing no tuvo problemas a la hora de aprender a desenvolverse en sus funciones como reina.

La muchacha maduró y se convirtió en una joven de espíritu alegre, firme y obstinado moldeada por las enseñanzas de su maestra. En ella se fundieron los caracteres sinda, teleri y la chispa de noldo que aportó Galadriel.

En medio de tanta serenidad, la noticia de la caída de Gondolin les sentó como un jarro de agua fría. Con la muerte de Turgon, Ereinion adoptó el título de Rey Supremo de los Noldor bajo el nombre de Gil-galad y defendió fieramente las tierras del sur frente a los ejércitos del Enemigo; muchos de los Noldor que en un tiempo habitaron Nargothrond se pusieron a su servicio, entre ellos Celebrimbor, nieto de Fëanor, y del que se decía que poseía una habilidad pareja a la de su abuelo en el trabajo de los metales y las joyas.

Gil-galad ofreció asilo a la gente de Tuor en las Desembocaduras del Sirion y él aceptó. En barcos construidos por Círdan, los supervivientes de Gondolin marcharon al sur.



N.de A.: No hay mucho que contar. Decidí escribir un capítulo más tranquilo, algo de vida cotidiana inspirada en un reciente picnic con mis amigos.

Como al final Phaire ha cogido tanta importancia diré que su nombre significa "resplandor".

Súlima se traduce literalmente por "alentadora, consoladora", vamos, que se llama Consuelo.

Y Nocthar es "campeón".

Por cierto, si hay alguien que lea esto y sepa qué demonios significa "Thranduil" que me lo diga, no consigo encontrar su traducción ni en Quenya ni en Sindarin.

Ya sabéis, comentarios a elanta69@hotmail.com


1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33

  
 

subir

Películas y Fan Film
Tolkien y su obra
Fenómenos: trabajos de los fans
 Noticias
 Multimedia
 Fenopaedia
 Reportajes
 Taller de Fans
 Relatos
 Música
 Humor
Rol, Juegos, Videojuegos, Cartas, etc.
Otras obras de Fantasía y Ciencia-Ficción

Ayuda a mantener esta web




Nombre: 
Clave: 


Entrar en el Mapa de la Tierra Media con Google Maps

Mapa de la Tierra Media con Google Maps
Colaboramos con: Doce Moradas, Ted Nasmith, John Howe.
Miembro de TheOneRing.net Community - RSS Feed Add to Google
Qui�nes somos/Notas legalesCont�ctanosEnl�zanos
Elfenomeno.com
Noticias Tolkien - El Señor de los AnillosReportajes, ensayos y relatos sobre la obra de TolkienFenopaedia: La Enciclopedia Tolkien Online de Elfenomeno.comFotogramas, ilustraciones, maquetas y todos los trabajos relacionados con Tolkien, El Silmarillion, El Señor de los Anillos, etc.Tienda Amazon - Elfenomeno.com name=Foro Tolkien - El Señor de los Anillos