Historia de la Dama Blanca

22 de Mayo de 2003, a las 00:00 - Elanta
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N. de A.: Empiezo mi narración justo tras la forja de los Silmarils, más exactamente el capítulo 7 del Silmarillion. He intentado respetar al máximo la historia original de Tolkien basándome en el Silmarillion, el Señor de los Anillos y lo menos en los Cuentos Perdidos y los Inconclusos. A veces echaré mano de expresiones y frases en élfico (Quenya, Sindarin y Telerin), todos los nombres de los personajes tienen traducción y la pondré al final de los capítulos junto con las expresiones.

Ahora, disfrutad...

1. La Hija de Finarfin



“...Galadriel, era la más hermosa de la casa de Finwë; tenía los cabellos iluminados de oro, como si hubiera atrapado en una red el resplandor de Laurelin.”

Las olas se mecían perezosamente sobre las costas de Eldamar, las piedras preciosas esparcidas por la arena resplandecían a la luz de Laurelin, el Árbol del Día.

Una figura irrumpió bruscamente a la carrera en la pacifica playa. Era una doncella elfa cuyos cabellos eran un reflejo del Árbol Dorado y su vestido parecía tejido con retazos de cielo.

- ¡Vamos Anni! – gritó al aire sin dejar de correr.

Siguiendo sus pasos, otra joven surgió de las rocas. Cabello trenzado del color del oro viejo y vestido gris perla.

- ¡Para de una vez!, ¡sabes de sobra que no voy a conseguir alcanzarte! -. Al tiempo que protestaba se sentó sobre la arena.

- No te enfades -.

Anninda ladeó la cabeza. Su amiga sonreía, divertida al parecer por su actitud.

- Desde que venciste a Finrod en los últimos Juegos estás insoportable -.

- Dicen que los Noldor somos orgullosos -.

- Sí, pero tú estás alcanzando cotas insospechadas, empiezas a parecerte a tu tío -.

- ¿Fingolfin? -.

- Deja de hacerte la inocente, Galadriel, sabes perfectamente que hablo de Fëanor -.

La noldo se sentó junto a su compañera, la diversión había desaparecido de su rostro.

- Lo siento, me he pasado, no debí haber dicho eso -.

- No, Anni, no tienes que disculparte -.

- ¿Cómo van las cosas en Tirion? -.

- Mal -.

- Entonces ¿los rumores son ciertos? -.

- Depende del rumor, si te refieres al de mi padre y mi tío Fingolfin maquinando para hacerse con el trono de mi abuelo Finwë, es falso -.

- ¿Qué está pasando? -.

Galadriel cogió una de las gemas que adornaban la playa, un zafiro tan grande como la palma de su mano y tan azul como sus ojos.

- ¿Recuerdas el día que nos conocimos? -.

- Sí, éramos unas crías -.

- Veintidós años yo y veinte tú -.

- La dama Eärwen invitó a mi madre a merendar, a ti te encontramos en el patio, victoriosa, y tranquilamente sentada sobre tu primo Amrod -.

- Nunca más volvió a decir que las chicas sólo juegan con muñecas y son unas debiluchas, aunque me gané una buena reprimenda por parte de mi madre... desearía que ahora todo fuera como entonces -.

- Galadriel, te importaría decirme qué te ocurre, nunca te había visto tan, tan... no sé, preocupada -.

- Ocurrió justo antes de que mi madre y yo viniéramos a Aqualondë, en realidad es el motivo de que yo esté aquí – la joven noldo arrojó el zafiro a las aguas transparentes de la Bahía de Eldamar – Cruzando la plaza, bajo la Mindon, vi salir a Fingolfin de la casa de mi abuelo seguido por Fëanor, le alcanzó en las escaleras, pertrechado como si se dirigiera a una batalla, y le amenazó con una espada al tiempo que decía “¡Mira, medio hermano!, esto es más afilado que tu lengua. Trata sólo una vez más de usurpar mi sitio y el amor de mi padre y quizá libraré a los Noldor del que ambiciona convertirse en conductor de esclavos.” -.

- Es horrible -.
- Fëanor siempre ha sido celoso, nunca ha querido demasiado a sus hermanastros por si le quitaban el amor de Finwë, pero no hasta el punto de querer matarlos – frunció el ceño – Los Valar le han exiliado a Formenos, con él han ido sus hijos y el abuelo Finwë, así que mi tío se ha convertido temporalmente en Señor de los Noldor -.

- Fëanor parece haberse vuelto loco -.

- Me pregunto quién le habrá metido esas ideas en la cabeza, si el asunto no mejora esto podría llegar a las armas y no me gustaría ver a mis familiares matándose entre ellos, por muy excéntricos que sean -.

- Eres una exagerada -.

- Espero que tengas razón... bueno, dejemos a un lado tan lúgubres pensamientos, ¿vendrás a la Fiesta de la Cosecha? -.

- No me la perdería por nada, es la mejor fiesta del año, incluso me he hecho un vestido nuevo -.

- Seguro que a Finrod le encanta -.
La simpática malicia de la noldo hizo enrojecer a Anninda.

- A veces creo que disfrutas mortificándome -.

- No, sencillamente es demasiado obvio lo que sientes por mi hermano -.

- ¿Él lo sabe? -.

- Seguramente, me divierto mortificándole a él tanto como a ti -.

- ¿¡¿¡Se lo has dicho!?!? -.

- Sí, así te convertirás antes en mi cuñada -.

- Pero si sabes que Finrod no me quiere, todo el mundo sabe que anda cortejando a Amarië de los Vanyar -.

- Tú lo has dicho, anda cortejando, sin embargo creo que podré hacerle cambiar de opinión en el Festival -.

Galadriel se incorporó y sacudió la arena de su vestido, aún así el azul quedó salpicado de destellos plateados. Anninda la imitó.

- Deberías ser tú la que se encargara del gobierno en lugar de tu tío, te gusta demasiado organizarle la vida a la gente -.

- Así que debo añadir mandona y metomentodo a lo de orgullosa, creo que no salgo muy bien parada -.

- Deja de decir tonterías, eres inteligente, fuerte y hermosa, digna de ser una princesa noldorin, si algún día tienes gente a tu cargo seguramente te apreciaran... aunque no estoy tan segura en lo que a matrimonio se refiere, ¿habrá algún Eldar capaz de soportar que...? -.

La muchacha teleri enmudeció. Una súbita oscuridad invadió la bahía y cruzó hacia el Norte. Las dos amigas se estremecieron, aquella gigantesca nube de sombras iba acompañada de una horrible sensación mezcla de frío, miedo y odio.

- ¿Qué fue eso? – musitó Anninda.

- No estoy segura, era la misma sensación que tengo cuando me hallo ante los Valar -.

- Eso no podía ser un Vala, Ellos son dioses y eso... -.

- Melkor... – la interrumpió Galadriel – Anninda, volvamos -.

- ¿Y ahora qué tienes en mente? -.

- Regresar a Tirion -.



La ciudad costera de los teleri era un derroche de sencillez y belleza. Casas blancas de uno o dos pisos, calles pavimentadas y pequeños jardines distribuidos por una colina y sus alrededores. En el puerto las naves con forma de cisne se mecían al son del viento, las olas y los cantos de los elfos del mar.

Las muchachas encontraron a sus madres, después de mucho buscar, paseando por el mercado. Eärwen intentaba decidirse entre dos adornos para el pelo con ayuda de su amiga Elendis.

- Aiya niñas -.

- A mí me gusta éste – señaló Galadriel, sin dejar a su madre tiempo para pregutarle.

- ¿No estabáis en la playa? – se interesó Elendis.

- Sí, pero algo ha estropeado el día -.

- ¿También lo habéis visto? – Eärwen frunció el ceño.

- Si te refieres a la tormenta negra, sí – asintió Anni.

- Era Melkor – apuntó Galadriel – Voy a volver a Tirion para informar a papá y al tío Fingolfin -.

- Hija, no sé – la dama telerin dudaba – Ya sabes lo turbio que está el ambiente en Tirion, por eso Finarfin nos mandó venir, para evitar problemas -.

- Tendré cuidado – prometió la joven eldalië – Si Melkor ha vueto a cometer algún mal los Valar deberían saber a dónde se dirigía -.

- De acuerdo, vete, pero vuelve en cuanto te sea posible -.

- Gracias mamá -.

La dio un fuerte abrazo, otro a Elendis y arrastró a Anninda hacia su casa para recoger el equipaje.



Galadriel ni siquiera se molestó en dejar su equipaje, antes de nada debía avisar de lo que había visto. Subió de dos en dos los escalones del palacio y, sin hacer alarde de muy buena educación, irrumpió en la sala dónde Fingolfin conversaba con otros Eldar.

- ¿Tío? -.

- Aiya Galadriel, ¿no estabas con tu madre en Aqualondë? -.

- Melkor ha pasado por allí, se dirigía al Norte, estaba furioso como una tormenta – dijo sin tomar aire – Primero lo de Fëanor, ahora esto, ¿qué está sucediendo? -.

- Al parecer Melkor no estaba tan arrepentido cuando concluyó su Encadenamiento, ahora es un renegado entre los Valar -.

- ¿No han hecho nada para impedirle huir o darle caza? -.

- Oromë y sus seguidores le han buscado por la Tierra Media, no hay ni rastro de él – Fingolfin se percató entonces del aspecto de su sobrina, aún con la ropa de viaje – Deja de preocuparte y ve a cambiarte, los Valar se ocuparan de su igual -.

- De acuerdo, siento haber entrado de semejante manera -.

La joven abandonó la estancia.

- Tú sobrina tiene un corazón impetuoso, Fingolfin – comentó uno de los Eldar.

- Es tan valiente y fuerte como cualquiera de sus hermanos y primos, y posiblemente más sabia, aunque su juventud la vuelve irreflexiva en ocasiones -.

- Se te ha olvidado lo de hermosa -.

Los asistentes a la reunión estallaron en carcajadas ante la cara de circunstancia que puso Fingolfin. Todos sabían que el actual Señor de los Noldor quería a los hijos de su hermano como si fuesen suyos.

Mientras, del otro lado de la puerta, Galadriel pensaba que Fingolfin se equivocaba, Melkor volvería y no sólo para vengarse de los Valar. Agitó su dorada cabeza, tenía que dejar de pensar de manera tan negativa.

Se encaminó a su casa, se cambiaría e iría a ver a su padre. Luego, quizás, alguno de los jóvenes noldo querría aceptar una competición de tiro con arco.

Alegre, pronto olvidó a Melkor, después de todo ¿qué podía hacer un Vala caído en desgracia contra todo el poder y el esplendor de Aman?.



“Así Melkor abandonó Valinor y por un tiempo los Dos Árboles volvieron a brillar sin sombra, y la tierra se colmó de luz. Pero... una duda empañaba ahora la alegría de los habitantes de Aman, pues tenían miedo de un daño desconocido que aún podía acaecerles.”



N. de A.: Anninda (Regalo del Corazón) y Elendis (Dama Estrella), son personajes y nombres de mi invención.



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