Nimedhel

31 de Julio de 2005, a las 20:37 - Nimedhel
Relatos Tolkien - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]Meneame

Legolas descubierto
     
      Linorn estaba en su habitación ese día, como siempre canturreando. A pocos metros de allí, Legolas avanzaba, hermoso, vestido de seda verde, y también cantaba.
-Salve, hermano –dijo Legolas cuando hubo llegado ante la puerta de la habitación de Linorn, y se dio con la sorpresa de que él ya lo esperaba.
-Salve, hermano –repitió sonriendo Linorn.
-Extraños poderes tienen en verdad los Elfos Caminantes del Valle –sonrió Legolas, asombrado.
-Es lo que muchos dicen, pero te confesaré que escuché tu canción y me pareció hermosa, reconocí tu voz y salí a tu encuentro, así que no adiviné nada, sólo me adelanté –dijo Linorn sonriendo e invitando a Legolas a sentarse.
-Pues fue mejor así, me ahorraste el esfuerzo de llamar a tu puerta. Pues sé que cuando empiezas a cantar te hipnotizas tú mismo y te olvidas de la realidad, aunque el efecto es aún más perturbador en quienes te escuchan –dijo Legolas.
-Te agradezco eso. Pero... no viniste aquí para elogiar mis canciones, ¿cierto? –preguntó un suspicaz Linorn.
-Cierto –dijo Legolas-, necesito consejo, Linorn. Y recurro a ti por tres sencillas razones. La primera: No puedo hablar con mi padre por que sé lo que me dirá, él es muy directo, franco, y nunca ha tenido problemas en decir las cosas, pero yo no soy así. La segunda: Si hablo con Mirluin... no sé hasta que punto esté arriesgando mi vida. Y la tercera: Si le hablo a Rilrómen no dudo que en menos de media hora todo el Reino del Bosque se enterará de mis secretos –concluyó Legolas.
-Y yo que pensé que recurrías a mí por que te parecían buenos mis consejos, pero veo que soy la última opción –dijo Linorn un tanto ofendido.
-No, buen Linorn, no me malinterpretes. Quise decir todo lo contrario: Eres la única persona a la que le puedo decir lo que pienso sin temores. Mi padre me aconsejó que no es bueno andar con secretos mal guardados. Así que aquí estoy, a punto de revelarlos –dijo Legolas un poco nervioso.
-En ese caso te perdono, aunque no creo que sea necesario que te cubras el rostro como estás haciendo ahora –dijo Linorn, pues Legolas agachó la cabeza y empezaba a arrepentirse de haber ido a la habitación del Linorn, pero luego lo miró de frente y halló comprensión, por lo tanto, Linorn continuó: - La razón de tu nerviosismo ya la conozco, y no sólo yo, créeme. Pero no te preocupes, que ojos más prudentes que los míos no lo han notado –dijo Linorn-, amas a mi hermana y no te atreves a decírselo por miedo.

      Legolas casi se cae desmayado, ahora sí creía que Linorn tenía grandes poderes de adivinación. Y más aún por lo que le dijo luego:
-No creas que tengo grandes poderes mentales... como la adivinación y esas cosas, no, claro que no. Ése era el poder de mi madre hace ya muchos años. Y ninguno de sus hijos, incluyéndome, heredó tal poder. Pero sí soy observador, prefiero mirar y examinar antes que parlotear y actuar como hace Rilrómen.
-Por todos los Valar. Me has robado el pensamiento, quiero decir... ¿cómo rayos has podido notarlo? –preguntó Legolas casi sin aliento.
-Tengo ojos ¿sabes? –replicó Linorn-. Y además eres muy obvio, o por lo menos lo eres para mí. Pero no te preocupes, no revelaría nada así me cocinen a fuego lento.
-Linorn, mi amigo, respóndeme algo... ¿hace cuánto tiempo que lo notaste? –preguntó Legolas.
-Veamos... ¿hace cuánto tiempo llegué al Bosque con mis hermanos?
-¡¡¡¿TANTO TIEMPO?!!! Oh, Linorn... no puedo haber sido tan obvio como dices –dijo Legolas consternado.
-Pues... la verdad sí, sí lo fuiste y lo sigues siendo –dijo una tercera voz.
-Oh, Rilrómen, ¡Por todos los cielos! ¿desde hace cuánto que estás ahí escondido? –preguntó enojado Linorn.
-Verás –respondió Rilrómen saliendo de debajo de la cama de Linorn sin mucha dificultad pero sí con mucha desfachatez-, estaba buscando un ramillete de hierbas grises que se me extraviaron hace un par de días y me preguntaba si tal vez estarían en tu habitación Linorn.
-Pues nada tengo que hacer yo con tus cosas, Rilrómen, y hazme el favor de avisarme cuando quieras entrar de nuevo a mi habitación –dijo Linorn un tanto molesto, pero Legolas hubiese querido matarlo.
-Ya, no es para tanto. Y tú, Legolas, no me mires así, cualquiera diría que estás terriblemente enojado conmigo y hasta asustado. No debes preocuparte, no hablaré de tus secretos, pero sí te diré que me ofendiste... ¡Con que en media hora el Reino entero se enteraría de todo! Eso suena a un reto, podría hacer que se enteren en sólo dos minutos, pero tranquilo, no diré nada, después de todo mi hermana es parte de esto. Y moriría antes de lastimarla –dijo Rilrómen.
-En ese caso, Rilrómen, te rogaría que mantengas tu palabra y no menciones nada de esto –dijo Legolas-. Sí, es verdad, mi corazón no encuentra otro motivo para latir que los ojos de vuestra amada Señora. Pero... oh, ni siquiera sé si he hecho bien en decírselo a ustedes. Tal vez esté excediéndome en la confianza que me tienen y quizá los ofenda mi atrevimiento, pero sois también mis amigos y mis hermanos y no encuentro oídos más comprensivos que los suyos.
-Hablas con la verdad, Legolas –dijo Rilrómen en un tono serio-. Pues príncipe o no, también para ti resultará cara la mano de Nimedhel.
-Vannie, Señora de los Elfos Peregrinos, es alta entre los nuestros y muy querida por nosotros –dijo Linorn.
-¡¡¡Vamos, hombre!!! –dijo Rilrómen en un tono más tranquilizador-, no pongas esa cara, que no te estamos dando una prohibición ni nada por el estilo. Eres el príncipe de este Reino y tu padre nos acoge como si fuésemos sus propios hijos, hemos llegado a amarte como a un hermano y no dudamos que para Mirluin también es así. Además, sabemos bien que eres valiente y que mereces la mano de nuestra hermana. Pero... Mirluin, aunque te quiera bien, no será tan indulgente como nosotros.
-Eso lo sé, Rilrómen –dijo Legolas-, pues mucha razón tiene en ser como es y proteger a Nimedhel como lo hace... y yo mismo lo haría si estuviese bajo mi cuidado: Cuidarla, protegerla y vigilarla como si con el más leve contacto fuese a romperse como el cristal.
-Así es, Legolas –dijo Rilrómen-, pero hay caminos, uno más difícil que el otro, pero todos llevan al mismo destino: Habrás de ganarte la aprobación de Mirluin aun a costa de tu propia vida si quieres su permiso.
-Haría lo que fuera necesario... –dijo Legolas.
-¡Esperad ustedes dos! –interrumpió Linorn-. Tal parece que sólo piensan en lo que Mirluin pueda o no decir, pero ¿y Nimedhel? No la olviden que finalmente es ella quien dirá sí o no, tal y como su corazón le dicte.

      Legolas y Rilrómen callaron pues Linorn tenía toda la razón, ¿amaba Nimedhel al príncipe? Pues... ella era siempre muy amable con él y hasta le había salvado la vida. Pero también era cierto que ella era arrogante, sabia y muy hermosa, tal vez sólo lo tratase así por que él era el príncipe y por el profundo amor que ella tenía hacia Thranduil, todo esto lo atormentaba, sólo lo tranquilizaba saber que contaba con la aprobación de Rilrómen y Linorn, pero era Nimedhel la que daría la palabra final.
-¿Cómo saberlo? Sé que muchas veces hemos conversado y la vi verter lágrimas ante la Fuente, mas no es suficiente. Aquella noche temblaba, pero luego toqué su mano y ella sonrió, ¿qué significarán sus graciosos gestos? Me gustaría saberlo –pensaba Legolas en voz alta, pero calló de repente, pues había cometido muchas indiscreciones.
-¿La viste llorar?, ¿tocaste su mano?, ¡¡¡¿Y EN LA NOCHE?!!! –preguntó Rilrómen casi sin aliento.
-Ella... ella estaba muy triste, me habló de unos Señores enanos y de la Sombra y... –intentó decir Legolas pero tuvo que callar pues Rilrómen casi se le viene encima, aunque Linorn lo sujetó a tiempo con ambos brazos.
-¡Cálmate ya, Rilrómen! Vamos, pedazo de troglodita, ¿acaso pretendes lastimar a Legolas? –trataba de frenarlo Linorn.
-Atrevido, eso es lo que eres –dijo Rilrómen un poco más calmado, ahora estaba sentado en la cama de Linorn y trataba de respirar despacio-. ¿Cómo has podido atreverte a tocarla? Tú... tú... Elfo osado.
-Oh, Rilrómen, hermano. No quise ofenderla, ni a ella ni a ti. Pero lloraba esa noche, créeme, ¿qué hubieras hecho tú? –dijo Legolas tratando de excusarse, pues sabía muy bien que tomar la mano de Nimedhel era algo atrevido, aunque ella nunca se haya sentido ofendida.
-Está bien, sé que tu intención no fue esa. Pero entonces... ¿ella no te dijo nada? –preguntó Rilrómen.
-No, la verdad no, sólo prometimos tratarnos sin títulos ni sobrenombres, desde aquella noche fuimos amigos –dijo Legolas con una sonrisa, recordando las promesas que él le hizo.
-Bueno, siendo así lo entiendo. Y... perdóname, en verdad no quise lastimarte, pero no vuelvas a hacer una cosa semejante, menos frente a Mirluin, él es mucho más protector que yo y... no me imagino lo que llegaría a hacerte si te ve llegando más allá de las palabras con ella –dijo Rilrómen.
-Lo que a mí más me sorprende es que ella no te haya dicho ni hecho nada, tratándose de otra persona tal vez haya reaccionado diferente, ella es muy orgullosa. Pero nada te dijo a ti, Legolas –dijo Linorn, y su comentario despertó sospechas en Legolas, ¿acaso Nimedhel también lo quería?
-Ya, ya. Será mejor que no te hagas ilusiones, Legolas. Es cierto que ella te quiere, pero tal vez no más que a nosotros, en todo caso, sólo el tiempo lo dirá. Por mi parte no hablaré más de este asunto a menos que tú mismo lo requieras, pero en ese caso ten más cuidado en lo que dices. Nimedhel, Vannie para nosotros, es una Dama de una valía muy superior a cualquier otra doncella que conozcas, y tanto a ti como a cualquier otro le saldrá muy cara su mano –dijo Rilrómen.
-Lo tendré en cuenta, Rilrómen, gracias, en verdad no esperaba tanta comprensión de tu parte. Y gracias a ti Linorn por tu paciencia. Ahora me retiro, sé que la Dama Nimedhel es el mayor tesoro de los Elfos Peregrinos, pero sepan también que para mí no habría más alegría que saber que ella también me corresponde, y hasta que no sea así no dejaré de luchar por ello –dijo Legolas en un tono arrogante, mas no osado, como era propio en un Elfo de su majestad y sabiduría. Luego se retiró y dejó a los dos hermanos en la habitación.
-La merece, en verdad que sí –dijo Linorn.
-No te lo negaré, Linorn, pues Legolas es un príncipe valioso, aunque él mismo no lo sepa, tiene toda la majestad de un Señor de los Elfos, pero hasta que no gane el corazón de nuestra hermana por sus propios méritos, nada podremos hacer nosotros por más amor que le tengamos –dijo Rilrómen-. Sí, muy caro le saldrá y tendrá que enfrentar muchas pruebas antes que tenga el total derecho de tocar la mano de Nimedhel otra vez.


1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56

  
 

subir

Películas y Fan Film
Tolkien y su obra
Fenómenos: trabajos de los fans
 Noticias
 Multimedia
 Fenopaedia
 Reportajes
 Taller de Fans
 Relatos
 Música
 Humor
Rol, Juegos, Videojuegos, Cartas, etc.
Otras obras de Fantasía y Ciencia-Ficción

Ayuda a mantener esta web




Nombre: 
Clave: 


Entrar en el Mapa de la Tierra Media con Google Maps

Mapa de la Tierra Media con Google Maps
Colaboramos con: Doce Moradas, Ted Nasmith, John Howe.
Miembro de TheOneRing.net Community - RSS Feed Add to Google
Qui�nes somos/Notas legalesCont�ctanosEnl�zanos
Elfenomeno.com
Noticias Tolkien - El Señor de los AnillosReportajes, ensayos y relatos sobre la obra de TolkienFenopaedia: La Enciclopedia Tolkien Online de Elfenomeno.comFotogramas, ilustraciones, maquetas y todos los trabajos relacionados con Tolkien, El Silmarillion, El Señor de los Anillos, etc.Tienda Amazon - Elfenomeno.com name=Foro Tolkien - El Señor de los Anillos