Nimedhel

Los Elfos de Ithilien

 Pero en Ithilien, los Elfos que habían acudido a la batalla no deseaban dejar ese Bosque, al que habían escogido como su nuevo hogar, y sus habitantes vistieron casi siempre de Blanco y llevaron joyas en los cabellos. De esta manera nació un nuevo pueblo Élfico, tal vez el último que se formase en la Tierra Media: los Elfos de Ithilien.

 Pasaron algunos días y Gimli el Enano llegó al Bosque con una numerosa comitiva (herreros y picapedreros, los más hábiles de su raza). Un mes antes que culmine el Verano, Thranduil rey, que había decidido permanecer un tiempo más al lado de su hijo, y las nodrizas y los Caballeros más antiguos enrumbaron hacia el lugar señalado. Una colina frente al Mar fue el sitio que eligieron para celebrar las nupcias de Legolas y Nimedhel, y ahí se hizo realidad la Visión de Harmírion antes que éste pereciera,  mientras su Reino en los Bosques era levantado por Elfos y Enanos. Así, en una mansión blanca de altas columnas y ventanas, los Elfos cantaron a la inmensidad del Mar y a la alegría de la nueva edad. Prepararon un alto sitial para Thranduil y Legolas. Y también para Mirluin y Nimedhel. Pero Linorn y Rilrómen paseaban en las amplias estancias charlando y riendo. Y Gimli, Señor de las Cavernas, y Aragorn y Arwen, reyes de Gondor, estaban con ellos, y reían y brindaban. Mirluin y Nimedhel también se unieron a la cháchara y brindaron por la nueva vida que ahora tenían. Los Elfos no cesaban de tocar las arpas y bailar. Pero en eso, Thranduil rey descendió de su trono junto a su hijo, y ambos estaban coronados con hojas de oro y vestían con telas brillantes y de sus rostros brotaba una luz otoñal.  La música celestial cesó por un instante, y entonces, Mirluin tomó las manos de su hermana y las de Legolas. Y ante el silencio total y la mirada ansiosa y feliz de todos, Thranduil habló:
-Solicito para mi hijo, la mano de Vannie Nimedhel, princesa de vuestro Clan.
-Y yo la concedo al Señor del Bosque de Ithilien –respondió Mirluin. Y Legolas colocó el anillo de su madre en manos de su amada, era una joya espléndida, con esmeraldas y perlas. Y Nimedhel puso también un anillo a Legolas, estaba hecho de acero y lo coronaban rubíes y diamantes. De esta manera, Legolas y Nimedhel se desposaron frente al mar, y fueron los Señores de Ithilien.

       Una hermosa Ciudad se fortaleció en aquel Bosque, pues los Enanos de las Cavernas Centelleantes, de los que Gimli era Señor, ayudaron a los Elfos a construir hermosas mansiones de piedra y mármol. Ithilien de los Elfos se convirtió así en el Último Hogar, donde tanto Enanos como Hombres eran bienvenidos. Cuando la Ciudad de los Elfos estuvo construida, Gimli el Enano regresó a sus cavernas, no sin las bendiciones y agradecimientos de su eterno amigo Legolas, pero Gimli nunca más volvería a ver esas hermosas tierras en vida. Y a menudo los Elfos visitaban Gondor llevando consigo aves de voces encantadas, y esos días embellecían la Ciudad con la música de sus arpas y el brillo de sus ojos.
     
      Pero el tiempo pasó y el momento de la partida llegó. Legolas no recordaba un abrazo más fuerte y amoroso que aquel que le dio su padre antes de despedirse. Pero no sólo él pensaba así, pues Mirluin también partía, y con él iban Rilrómen y Linorn. Nimedhel besaba muchas veces sus rostros, y todos se hacían promesas de futuros y dichosos encuentros.
-Nuestro tiempo aquí ha culminado. Ahora hemos de irnos. Pero tú, Señora de Ithilien, gobernarás a los tuyos. No derrames lágrimas, hermana, más adelante nos volveremos a ver –dijo Mirluin, pero él mismo lloraba. Y era esa la primera vez que Nimedhel lo vio con los ojos húmedos. Pero no era dolor, sino felicidad-. Ya todo esta hecho... ahora he de irme al Hogar.
 Así, se pronunciaron numerosas despedidas y muchas lágrimas se dejaron ver. Al caer la tarde, una hueste de Elfos, una de las últimas, abandonaba la Tierra Media para siempre.

 Pero los días pasaron desde aquella despedida; entonces, algo nuevo sucedió: Había entre los habitantes de la Ciudad de Mármol un pariente del viejo Teralonwe, el mismo que perdiera a sus hijos enfrentando a los orcos cuando Gollum vivía cautivo en el Bosque Negro. Y este Elfo tenía un poco de la habilidad de su pariente para dibujar y dar forma a sus trazos. Así, pidió licencia al Señor de Ithilien para ausentarse entre lo más profundo de la floresta.
-Porque es mi deseo –dijo Aneril, que así se llamaba-, Señor Legolas. Que vuestros cometidos también se cumplan. Todos los de nuestra raza tenemos un destino muy lejano a estas tierras, y yo con mi escasa habilidad deseo contentaros con un instrumento que lo guíe hacia ese destino.
-Sea, hábil Aneril. Dale honra a tu Casa de diestros hacedores –sentenció Legolas. Y durante largo tiempo se encerró Aneril entre altos muros junto a los mejores artesanos de su familia. Las puertas de estos muros se cerraron y muchos años dichosos pasaron. Legolas y Nimedhel gobernaron juntos la hermosa Ciudad de Mármol, y un estandarte del color del Cielo con una piedra preciosa y una hoja de haya flameó en lo más alto del castillo del Señor de Ithilien.